viernes, septiembre 09, 2016

El retorno de Telzey Amberdon (1965-1974), de James H. Schmitz



Los relatos de ciencia ficción escritos por el autor norteamericano (aunque nacido en Alemania) James H. Schmitz protagonizados por la adolescente Telzey Amberdon tienen ese don maravilloso que hace que nos gusten y deseemos más cuantos más de ellos leemos. Si bien podríamos enmarcarlos sin problemas en el apartado más luminoso y aventurero de la space opera, por otro lado muestran la influencia de la new wave que estaba revolucionando el género en esa época. Para muchos es tal vez esta su mayor dificultad: esperando historias de gran sencillez se topan con tramas y explicaciones que por momentos pueden resultar arduas e intensas, siempre necesarias para entender a la perfección el planteamiento de lo narrado y su desarrollo posterior, o justo lo contrario, quien buscando aquí una lectura más compleja y revolucionaria, acorde con los tiempos en que fue escrita, hallará un modelo de aventura tradicional que le hará mostrar un rechazo inevitable. Schmitz se mueve en una tierra de nadie que no gusta a muchos, pero a quienes disfrutemos con ambas vertientes del género encontraremos aquí a un fantástico escritor que funde ambas con toda la naturalidad del mundo. Los poderes psicológicos de Telzey obligan a largos párrafos descriptivos detallando batallas imposibles sin fin dentro de las mentes de los contendientes, una suerte de surrealismo épico que puede resultar complicado de seguir, sumado esto a los minuciosos escenarios descritos al detalle que facilitan la comprensión y visualización de unos mundos y planetas tan ajenos en ocasiones que solo así lograremos entenderlos y pasear por ellos. Pero a su vez Schmitz nos deleita con ese sentido de la maravilla que llega a resultar sobrecogedor y profundo cuando se despliega con arte y pasión. Quizá Telzey deje a muchos lectores por el camino, pero quienes la acompañen hasta el final serán recompensados con algunas de las más bonitas, deslumbrantes e inteligentes historias de ciencia ficción que puedan leer en esa conjunción imposible, pero tan satisfactoria, de clasicismo y rupturismo. No es para todos, pero quien viaje con él tendrá la más valiosa de las recompensas al final del trayecto.

Analog, mayo 1970 
portada de Kelly Freas

Bruja residente (Resident Witch, publicado en la revista Analog en mayo de 1970) es el relato que abre esta segunda compilación editada por La Biblioteca del Laberinto, El retorno de Telzey Amberdon (de la primera, La saga de Telzey Amberdon, podéis leer la reseña siguiendo ESTE ENLACE). En él, la agencia de detectives Kyth Interestelar pide ayuda a Telzey para resolver un complicado caso: necesitan para ello a una psi experta que pueda introducirse en una residencia de lujo protegida por un poderoso telépata para rescatar a un hombre. Un secuestro criminal al que Telzey deberá enfrentarse haciendo gala de toda su inteligencia al realizar su incursión en la fortaleza de un ricachón, mostrándose esplendorosa y terrible en su capacidad de cambiar mentes de un cuerpo a otro con espantosa dificultad pero extrema pericia. Un relato emocionante y fantástico, todo un controlado delirio que supone el mejor de los comienzos para este nuevo volumen.     

Worlds of If, mayo-junio 1974 
portada de Jack Gaughan


Aura de inmortalidad (Aura of Inmortality, If, mayo-junio de 1974) es una historia protagonizada por el comisionado Holati Tate, la joven pelirroja Trigger Argee y, sobre todo, por el profesor Mantelish, una especie de Tornasol tintiniano, todos ellos personajes de otra saga de relatos paralela a esta de Telzey y que en ocasiones compartirán peripecias con ella. Las aventuras de Trigger Argee son más directas y sencillas que las de Telzey pues no es necesario utilizar demasiados antecedentes y explicaciones para entender su desarrollo. En esta todo gira alrededor de una droga alienígena que puede conseguir la inmortalidad para quien la consume, si bien provocando unos curiosos efectos secundarios en los humanos. El árbol de chuletas de cerdo (The Pork Chow Tree, Analog, febrero de 1965) es otra breve aventura de Trigger, Tate y Mantelish, enfrentados a unos cariñosos y dominadores árboles que devastarán mundos con su amor. Todos seremos sus felices e idiotizados parásitos. Los relatos de Trigger son más asequibles, pero a cambio la dificultad de los de Telzey los hace más perdurables en el recuerdo, más inmersivos también, pues el esfuerzo realizado en desvelar todas sus claves y entender todas las explicaciones revierte en un placer mayor al trasladarnos y alojarnos en ellos con más intensidad. El siguiente, Compulsión (Compulsion, Analog, junio de 1970) es una continuación de El árbol de chuletas de cerdo. Se está planteando a nivel planetario la cuestión de si exterminar o no los tres planetas (el de origen y los dos colonizados, más bien usurpados) donde los árboles reinan a su antojo. Por sus cualidades hipnotizadoras y dominadoras se los llama Sirenas. Si resultan ser criaturas inteligentes, no se los podría esterilizar según las leyes de la Federación. Trigger Argee defiende la hipótesis de que lo son, pero nadie es capaz de comprobarla. La fuerza de las Sirenas es hostil y de una agresiva defensa ante cualquier intrusión, por lo cual es muy difícil conocer si estos poderes responden a una inteligencia alienígena o se trata de un sistema defensivo conformado por impulsos instintivos. Así entra en juego Telzey. Se van introduciendo nuevas ideas y conceptos como los Antiguos Galácticos o los Años Locos de la Humanidad, que engrandecen y amplían con su misterio y maravilla el universo de Telzey. La lectura se torna aún más adictiva por nuestro deseo de conocer.

 Analog, febrero 1965 
portada de Walter Hortens


 Analog, junio 1970 
portada de Kelly Freas


Analog, septiembre 1972 
portada de Kelly Freas


Los mundos descritos por Schmitz siempre son fantásticos y ensoñadores. Así el sistema abierto Rasolmen descrito en Los simbiotas (The Symbiotes, Analog, septiembre de 1972), conformado por “unos cuantos pequeños escombros espaciales. Pero poseía, sin embargo, una apreciable población humana con satélites artificiales que orbitaban en torno a su magnífico sol, en calidad de retiros ocasionales o residencias permanentes para gentes que podían adoptar este estilo de vida. Grandes yates espaciales se unían a veces a ellos durante unas pocas semanas o un año. Prácticamente no había navegación comercial en el sistema más allá de la que requería el mantenimiento de los inquilinos de los satélites” (p. 136). Y en uno de estos satélites de Rasolmen se verá prisionera Trigger enfrentada a un trío de malvados aterrador (un cambia formas caníbal, un devorador de personalidades y una apuesta e inteligente mujer, su líder). Es brutal y sorprendente el giro de la trama casi a la mitad del relato, en el cual conoceremos la verdadera razón por la que retienen a Trigger. Y se describe una prisión (el alucinante campo de juegos) conformada por un laberinto óptico tan desquiciante como grandioso en su concepción, otra genialidad de Schmitz, un laberinto digno del Philip K. Dick más delirante e inspirado. Telzey hace una pequeña aparición estelar. Las historias de Trigger son más descaradamente pulp, aunque sin renunciar al toque oscuro y retorcido y la fantasía desbordada de las de Telzey. En las aventuras de esta también los alienígenas no siempre son hostiles, en ocasiones solo se trata de comprenderlos y asimilar su cultura. A cambio, en los de Trigger Argee hay más dosis de acción, sin dejar de lado una angustiosa tensión y una imaginación exquisita en las descripciones, creando situaciones tan extremas como fascinantes. Y valga como ejemplo el satélite donde viven el trío de malvados de este relato. Este bloque de cuentos en los que se entrecruzan las vidas de Trigger y Telzey termina con Día de gloria (Glory Day, Analog, 1971), una aventura trepidante en el planeta Askanam durante el día de los juegos de la arena, el Día de Gloria, donde las intrigas palaciegas se desatan sin descanso y donde hay conspiradores derrotados que muestran toda la elegancia imaginable en su saber perder.

 Analog, junio 1971 
portada de Kelly Freas


Analog, marzo 1972 
portada de John Schoenherr


En Hijo de los dioses (Child of the Gods, Analog, marzo de 1972) retornamos al protagonismo absoluto de Telzey, la cual se verá envuelta en los extraños sucesos de una mina en un planeta lejano, raptada para desvelar a la fuerza el misterio que envuelve los oscuros y profundos túneles. Un emocionante relato en el que lo desconocido y lo imprevisible llevarán las riendas y que en el siguiente, Planeta de empresa (Company Planet, Analog, mayo de 1971), se desatarán con aún más fuerza. Telzey se desplaza a Fermilaur, un planeta dedicado en exclusiva a las vacaciones de lujo y el mayor centro de remodelación corporal conocido. Dominado por las empresas de cirugía plástica, no deja de ser un paraíso que funciona de reclamo y trampa para quienes lo visitan: se convertirán en clientes sin remedio y allí se dejarán su dinero y parte de su cuerpo. Millonarios estafadores sin escrúpulos, podridos de poder, serán quienes hagan la vida imposible a Telzey, la cual en un planeta hostil deberá valerse de nuevo de su poder psi y de su inteligencia para derrotar a sus poderosos contrincantes. Y de nuevo, aunque sabemos que los derrotará, no hay endiablada manera de saber cómo pues todo se le pone tan difícil que a cada página pensamos que esta vez no lo conseguirá. Las escenas de combate se desarrollan al más puro estilo Telzey Amberdon: dentro de cerebros humanos (o de animales), en el concepto más extraño y raro del género que pueda concebirse. En una sala con dos personas mirándose puede desatarse la más enloquecida y mareante pelea sin que ninguna de ellas mueva una sola pestaña. Iluminan el relato apabullantes descripciones sin fin de un entorno paradisíaco que el hombre y su ambición han transformado en el más bello de los infiernos, un planeta que funciona como un cepo mortal en el que puedes acabar sin dinero y con un cuerpo absolutamente distinto al tuyo y largarte de allí pensando que has hecho bien y eres feliz. Como nos sucede a menudo en la vida real.

Analog, mayo 1971 
portada de Kelly Freas


El libro se cierra con El juguete de Telzey (The Telzey Toy, Analog, enero de 1971), donde nuestra heroína preferida se enfrentará a un demoniaco Doctor Moreau de títeres que, como su antecesor, también manipula con lo divino y lo humano como si fuera un dios en una isla perdida. Muñecos animados que sueñan con su humanidad y doppelgängers sin conciencia de ello, humanos transformados en títeres de un dios ciego y cruel y una Telzey Amberdon atrapada y desprovista de sus poderes psi dan una oscura luz a este magnífico relato, el cual guarda en su desenlace uno de los momentos íntimos más sentidos y hermosos de la saga. Narrado con la habitual sencillez y profundidad de Schmitz cuando los sentimientos dominan la narración, la despedida de Telzey y su doble artificial se convierte en un instante inolvidable y magistral. Un broche perfecto para esta joya olvidada de la ciencia ficción que son las aventuras de Telzey Amberdon.

 Analog, enero 1971 
portada de Frank Kelly Freas

SCHMITZ, James H. El retorno de Telzey Amberdon. Ilustraciones de Tim White y Frank Kelly Freas; traducción de Carlos Sáiz Cidoncha. Colmenar Viejo (Madrid): La Biblioteca del Laberinto, 2015. 346 p. Delirio, Ciencia Ficción y Fantasía; 97. ISBN 978-84-944742-1-7.