lunes, enero 12, 2009

Titus Groan (1946), de Mervyn Peake: el esplendor de la tiniebla


Antes de iniciar este comentario, quiero dedicar estas líneas al señor Pesanervios. Vos cumplisteis con vuestra parte. Ya veis que hice igual con la mía. Que nadie deje de decir de nosotros pues que “por su reputación habían conseguido un puesto de honor entre las sombras.” (p. 12)

Primera parte de la conocida como Trilogía de Titus o Trilogía de Gormenghast, completada por Gormenghast (1950) y Titus solo (Titus Alone, 1959), Titus Groan es una novela tan monumental como extraña, única, un eslabón solitario en su estilo. Tal es así que ni tan siquiera se la puede considerar como la primera pieza del tablero de una trilogía, pues la idea original de Peake era realizar una serie de libros en la que se iría narrando la vida de Titus a lo largo de los años. No llegó ni a terminar el tercero, pues Titus solo no es más que un proyecto de novela: el autor murió sin poder darle fin. Aparte permanecería su novela Boy in Darkness (1956), cuyo protagonista quizá fuera el mismo Titus.


La sensación que domina el espíritu al leer Titus Groan es la de contemplar un gran cuadro, un enorme fresco antiguo procedente de otro tiempo repleto de figuras y detalles, o más propiamente un tapiz de un castillo abandonado del cual, entre el polvo acumulado por los siglos, solo pudiéramos entrever sombras iluminadas por breves notas de color. A cualquier lugar donde uno mire siempre encuentra algo en lo que detenerse y extasiarse. Cientos de historias que se suceden en un lugar limitado, un marco formado por el alucinante castillo de Gormenghast, pero con tantos meandros, muros, pasillos y escaleras, recovecos y rincones que se antoja inabarcable. Es el infinito contenido en una estática fotografía. Y al moverse, desplazarse por el oscuro lienzo los personajes, una película en la que no dejan de suceder cosas a cámara lenta. El efecto es hipnótico hasta lo enfermizo, embriagador hasta lo alucinatorio. Un cenagal de aguas estancadas en el que crecen las flores más bellas y extrañas, en el cual el olor nauseabundo del limo se entremezcla con el aroma mágico y mareante que desprenden las páginas de un libro antiguo. Es la más extasiante belleza del horror. Y todo expresado con la más hermosa forma, las más oscuras desesperación y tristeza, el sentido del humor más elevado y desencantado.


A los doce días del nacimiento de Titus, su futuro como heredero del castillo de Gormenghast parece caer sobre él como una fría y pesada losa. Pero justo antes de que esto se haga realidad incuestionable para el lector, Titus ya ha golpeado esa fría losa con su cabeza al dejarlo caer el viejo Agrimoho (el apergaminado maestro de ceremonias de Gormenghast) de entre sus manos en la ceremonia del bautizo. Más exacto: Titus cae de entre las páginas del libro que lo abrazaban y que el pobre Agrimoho apenas podía sostener. Uno más de los inacabables ritos y formalismos que rigen la vida en el castillo de Gormenghast que lo ahogan con un vaho de carroña. Este continuo vaivén entre lo siniestro y lo ridículo, lo oscuro y la caricatura, el dolor y la risa (enloquecida, se entiende) es el tono que Peake impone a su obra y la hace irresistible. Justo cuando intentamos pensar en lo exagerado de la narración, justo ahí retorna la voz más burlona de Peake para recordarnos que este es el juego.

Así, la ceremonia del bautizo de Titus, que ya hemos visto cómo contiene este momento chocante y ridículo que induce a la burla ante tanta pompa, no deja de resultar la expresión de un mundo decadente que agoniza encerrado en sí mismo, que desde el nacimiento clama a la oscuridad, la tristeza y la melancolía. Desde su rito y representación ridículos, tan antiguos como incomprensibles, hasta las palabras ominosas de Agrimoho presidiendo el ritual.

En la novela no dejan de suceder cosas en un tiempo que parece no avanzar. En su inicio, Peake dedica cien páginas a contar el nacimiento de Titus (bueno, vale, exactamente son 81 páginas) y la reacción de los habitantes del castillo de Gormenghast. Así Peake nos introduce de manera magistral en el mundo cerrado, laberíntico y rígido del castillo al tiempo que nos presenta un buen puñado de extrañísimos personajes. El bautizo de Titus, el siguiente gran acontecimiento de la novela, se desarrolla a lo largo de 43 páginas. Quizá el ejemplo más característico de cómo Peake detiene el tiempo y se extasía en la descripción de un momento ínfimo para cargarlo de poesía malsana, pero siempre de una belleza mareante, es cuando, en la página 165, dedica diez líneas para contar cómo Pirañavelo muerde una pera. ¡La repera!

Fucsia Groan dibujada por Mervyn Peake.

Los personajes que se deslizan por este decorado son de una originalidad y una fuerza increíbles. Me detendré brevemente en solo dos de ellos: en la joven Fucsia, hermana de Titus, y en el viejo Rottcodd, el guardián de la Sala de las Tallas Brillantes. Tan distintos, pero que para mí no dejan de resultar dos iguales. Ambos representan el anhelo de la soledad, la felicidad del aislamiento. En Fucsia, se trata de la fantasía adolescente preñada de figuras e ilusiones iridiscentes. En el caso de Rottcodd, de la sepulcral vejez teñida de sombras y polvo. Cuando Fucsia ya no pueda vivir por más tiempo en esa soledad es cuando nuestro corazón comenzará a romperse junto al de ella.

El estilo de Peake es deslumbrante, poderoso y poético hasta el desmayo, siempre con el apoyo de la soberbia traducción de Rosa González y Luis Doménech. El doctor Prunescualo le hace un regalo a Fucsia y así lo describe Peake: “Fucsia tomó la bolsa que le tendía el doctor y sacó a la luz de la lámpara un rubí como un terrón de cólera.” (p. 198) Mantiene por sí solo momentos tan intrascendentes como la reunión final de algunos personajes al borde del lago como el alucinante enfrentamiento definitivo entre Excorio, el mayordomo, y Vulturno, el jefe de cocina, en la Sala de las Arañas, tanto tiempo postergado, con el telón de fondo de los filamentos de plata iluminados de manera espectral por la luna. Sobrecogedor y brutal. Y su horrenda culminación, de una poesía macabra, oscurísima, una imagen surrealista (¡pasa por alto las siguientes líneas entre paréntesis si aún no has leído la novela!: el cuerpo blando de Vulturno que al ser arrastrado por las escaleras va tomando sus formas, adaptando su cuerpo a los escalones; y los búhos devorándolo, junto a Lord Sepulcravo, padre de Titus, ante la fría mirada de la luna y los espantados ojos de Excorio) tan sórdida como fascinante debido a su tremenda fuerza.

Peake pone fin a su novela con otra envarada y ancestral ceremonia, Titus ya con dos años de edad, listo para continuar con sus espectrales aventuras en el tomo siguiente.


PEAKE, Mervyn. Titus Groan. Traducción de Rosa González y Luis Doménech. Madrid: Minotauro, 2003. 567 p. Pegasus. ISBN 84-450-7456-3.

12 comentarios:

PAYMON dijo...

Yo tenía que ir esta tarde a la FNAC a cambiar un Ray Bradbury regalado y repetido, y mira por donde, ya sé que me voy a traer...¡Pero que buena pinta tiene! Como la novela esté a la altura de tu post creo que me va a encantar...

des.frankenstein dijo...

Magnifica reseña, como siempre Llosef. Desde luego lo que más destaca de la prosa de Peake es su poesía. A mi lo que más increible me resulta es como la traducción se lee tan bien, no se si será correcta o no, pero tiene un mérito bestial.

PAYMON dijo...

Pues en la FNAC no estaba...pero en Gigamesh lo están saldando a 5.95 euros!!!
Lo he empezado a leer en el metro y no puedo paraaaaar!!!

padawan dijo...

Esta tarde he estado a punto de cogerlo en la biblioteca, pero me he decantado por otro... quiero leerlo, pero creo que prefiero comprármelo y no leerlo de prestado

Peter Sinclair dijo...

Madre mía. A la vez resulta atrayente, y de hecho desde hace bastante tiempo tengo intención de leerlo, tantas alabanzas le dedican, pero entre el estilo y el tempo... me da miedo, la verdad.

En fin, tarde o temprano acabará cayendo, espero que cuando toque me guste.

Pesanervios dijo...

Cumpliste con creces, Llosef. Menuda reseña.

Pues, aunque parezca mentira, Gormenghast (el segundo tomo) es aún mejor, y redondea la historia. De hecho pienso que ambos forman un todo compacto.

Yo recuerdo vívamente una de las imágenes del libro en la que el lago y el castillo quedan reflejados sobre la superficie de una gota de agua que va cayendo desde un árbol.

Una maravilla.

Un abrazo.

Peter Sinclair dijo...

No tiene nada que ver pero es que no he podido evitarlo. En un foro de música que frecuento me he enterado que el otro día debió haber concierto en Barcelona de... ¡Esplendor Geométrico! Evidentemente la primera palabra que me vino a la cabeza fue llosef. No sabía que siguieran en activo. Qué recuerdos aquellos días de descubrimientos musicales jejeje.

Llosef dijo...

Señor padawan, hace usted bien en querer comprárselos pues, como ha comentado PAYMON, la trilogía está saldada a 5,95 euretes ejemplar. Te llevas la trilogía por lo que te suele costar un solo libro... ¡que no será mejor que la obra de Peake!

Estupendo que te esté gustando, PAYMON. Estaría muy bien que, bien aquí o bien en tu blog, nos hicieras un comentario... ¡A ver si se animan los señores padawan y Sinclair!

Amigo des: más que cierto lo que comentas de la traducción. Yo imagino que debió de tratarse de un trabajo ímprobo, porque es un auténtico placer leerlo en español, y si tal es así se debe al cuidado y excelencia de los traductores.

Señor Sinclair: anímese, que yo lo he hecho y ahora todo son alabanzas. Además, con sus últimas lecturas requetecultas, que dejan patidifuso hasta al mismísimo knut, no entiendo que le tenga miedo a Peake, jeje.

Y sí, el jueves en Barna y el viernes en Madrid: Esplendor geométrico son incombustibles al tiempo. Y ojo, que sus últimos discos, uno de ellos editado en Japón, son tan salvajes como siempre (el mini cd de Japón yo creo que aún más, jaja).

Y amigo Pesanervios, lo de la alucinante gota de agua creo que es el ejemplo que mejor define la novela: todo un mundo que se ve reflejado en ella, lo increíblemente grande reflejado en lo más pequeño. Pero es que, además, la gota al caer se va estirando y ese reflejo se distorsiona de manera sorprendente... ¡para dar un reflejo de espejo deformante, entre grotesco y terrorífico! El alma del libro, ¿no?

Confieso que no me impactó tanto como esperaba ese momento porque usted me lo había descrito de manera tan vívida que lo escrito por Peake no brilló tanto al compararlo con su explicación.

¡Y gracias a todos por vuestros comentarios! Hacen que esta tumba no resulte tan fría.

Pesanervios dijo...

Cierto, no me había parado a pensarlo, Llosef. Tal y como cuentas, y tal y como magníficamente has descrito, esa escena sintetiza bien lo que es Gormenghast y el estilo narrativo de Peake.

Sin duda: El alma del libro.

Hay otra escena en el segundo libro que también funciona de ejemplo. pero no puedo contarla o te/os destriparía uno de los momentos más intensos de Gormenghast. Me la guardo para el futuro, jejeje.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

No veo el modo de conseguir la trilogía, Llosef.

Anónimo dijo...

Me ha faltado tener el libro a mano mientras leía el post y veía los números de páginas... una pena, porque me han entrado unas ganas terribles de releer algunos pasajes.

Grotesco y poético, pero cuánto lo disfruté. :)

Un abrazo!

Llosef dijo...

Anónimo: en la siguiente dirección podrás encontrar al menos el primero. Si contactas con ellos, seguro que te pueden conseguir los otros dos.

http://tienda.cyberdark.net/mervyn-peake-a1019.html

Lo que se incluye en el número 2 de la revista Delirio es un poema de Peake titulado "Cuando Dios se hubo cortado las uñas", muy curioso.

Por cierto que recomiendo los dos números que han salido de esta revista.

Amigo pesanervios, en cuanto termine algunas cosillas que estoy leyendo ahora, me embarco en el segundo tomo, que espero poder comentar aquí.

Y erian, ¡gracias por tu comentario y compartir tus impresiones sobre este libro único!