Nueva entrega para la página de cine El antepenúltimo mohicano dedicada en esta ocasión a la película Los hijos de los malditos (Children of the Damned), dirigida por Anton M. Leader en el año 1963. Aunque siempre es presentada como una continuación de El pueblo de los malditos (Village of the Damned, Wolf Rilla, 1960), no hay más que verla para descubrir que no es así. Partiendo del éxito de esta última y de algunas ideas planteadas en la novela de John Wyndham Los cuclillos de Midwich (1957), estos hijos superdotados de una raza que a su lado resulta inferior se desenvuelven en una historia que se aleja del punto de partida original para dar forma a una película que, si bien bebe de sus antecesores fílmico y novelístico, pudiendo ser considerada complementaria de ambos, al tiempo es totalmente independiente. Así escrito parece un trabalenguas, pero no. Puedes descubrir por qué leyendo el comentario
Ian Hendry y Alan Badel están fantásticos interpretando a los dos científicos que estudiarán el extraño caso de los niños de inteligencia prodigiosa. Sus descubrimientos los llevarán a tomar diferentes caminos en su posición frente a qué demonios hacer con ellos.
Aunque en conjunto no resulta una película tan extraordinaria como El pueblo de los malditos, sí que la podemos considerar un ejemplo brillante de ese cine fantástico inglés que parece siempre desarrollarse en voz baja. El drama irá creciendo hasta explotar en un desenlace de una ironía demoledora.
Con tres válvulas viejas de radio, un trozo de cristal roto de una vidriera y unos cables mal enrollados los niños se marcan un arma sónica mortal que hace que a los líderes de las potencias mundiales les hagan los ojos chiribitas. O crean esas fabulosas armas para ellos o mejor muertos. El enfrentamiento a vida o muerte es inevitable.
Película de nada fácil sencillez formal, de gran belleza en algunos tramos y emocionante en todo su desarrollo, Los hijos de los malditos es un clásico algo escondido que merece la misma atención que su compañera El pueblo de los malditos. Montar una doble sesión privada para ver ambas películas es un placer impagable que os recomendamos encarecidamente, que se dice, desde La décima víctima. Nosotros lo hacemos al menos tres veces al año. Crecen a cada nueva sesión. Sin duda, dos favoritas de este solitario blog.
2 comentarios:
A mí, ya puede usted imaginar, me gustan ambos filmes a rabiar... tal vez por este segundo tenga mayor simpatía, hijo menor más escorado hacia el espíritu de la serie B que tan a fondo llevamos grabada en nuestras neuronas...
Habla usted sabiamente, Abuelito, como siempre.
Y aunque no venga a cuento aquí, aprovecho: se echará de menos su blog, si bien queda el consuelo de que volverá cuando termine sus compromisos. Confiamos en que nos informará debidamente de esas publicaciones en las que está trabajando...
¡Un saludo!
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