martes, enero 13, 2015

El caso de la colegiala asesinada (1974), de Colin Wilson



“(…), para la mayoría de las personas, el asesinato es irreal.” (p. 212)

Me apetecía mucho leer algo del escritor británico Colin Wilson, erudito y filósofo, una de las voces de los jóvenes airados de los sesenta, autor de ensayos sobre magia y ocultismo y estudios sobre figuras señeras de lo raruno como Aleister Crowley, Gurdjieff, Paracelso, Jack el Destripador y la Blavatsky entre otros, pero también de novelas de misterio, ciencia ficción y terror. La casualidad ha querido que haya abierto el fuego con una de sus novelas criminales en la cual da salida a su gusto por los psicópatas y los procedimientos detectivescos y forenses, El caso de la colegiala asesinada (The Schoolgirl Murder Case, 1974), que digo ya que me ha parecido sensacional. En fin, me ha gustado tanto que he dejado a un lado al instante mis pequeños prejuicios iniciales pues ya sabemos que Wilson atacó en más de una ocasión a Lovecraft al considerarlo un mal escritor. Está protagonizada por su personaje del inspector Saltfleet, más en concreto el superintendente jefe del Departamento de Investigación Criminal de Scotland Yard Gregory Salfleet, al cual recurrió en otra de sus novelas criminales (que yo sepa, si conocéis alguna otra os agradeceré la información al respecto), The Janus Murder Case (1984), escrita diez años después.    

El caso de la colegiala asesinada da inicio con el descubrimiento del cadáver de lo que parece ser una joven de catorce años en el jardín de una casa deshabitada. Pero pronto todo empezará a liarse y complicarse en un crescendo contenido pero imparable, una espiral de horror narrada con una precisión y una frialdad contagiosas, de forma muy realista y detallando cada paso de la investigación de manera muy documentada. Confieso que hay momentos en que todo deviene tan sórdido que me hubiera resultado difícil de digerir si su protagonista, el inspector Saltfleet, no fuera un personaje tan entrañable. Acompañados por él, asistimos a un auténtico rosario de conductas desviadas y ambientes lóbregos que vistos a través de sus ojos se hacen soportables. Vamos a descender al corazón del horror, pero con él no será una experiencia traumática sino iniciática, un puro aprendizaje de por qué algunos humanos no lo parecen al estar dominados por sus deseos y compulsiones más bajos y atroces. Saltfleet, al contrario que esos habituales detectives súper duros, de caracteres pétreos forjados por el enfrentamiento diario con los criminales, es una persona encantadora. Amable y educado con todos, gracias a ello consigue hacer hablar al más distante de sus entrevistados. Pero no es un truco narrativo sin más: Saltfleet siente una natural empatía con los seres humanos, con el otro diferente y extraño que para él guarda pocos secretos. Comprende y se apiada, se conmueve e intenta ayudar todo lo que le resulta posible, no es una exageración considerar que bien podría ser el Padre Brown de la novela negra. Precisamente es su carácter positivo, que no blando o santurrón, lo que nos ayuda a no apartar la mirada del espanto que se nos va desvelando página a página. El horror diario, aunque lo sumerge en momentos de comprensible tristeza, no ha hecho de él una persona insensible, sino justo lo contrario: al final, es la piedad lo que siempre mueve su corazón. Avanzamos por una pesadilla sin jamás dejar a un lado la humanidad, a pesar de que la colección de personajes inhumanos y despiadados que se juntan en el relato son numerosos y, en muchos casos, detestables a más no poder.  

Saltfleet cuenta con la ayuda en su investigación de sus ayudantes y compañeros del Yard, claro, por más que su carácter haga de él un solitario sin remedio, pero destaca entre todos el formidable médico forense Aspinal, un atildado, elegante e inteligente doctor que cada vez que hace acto de presencia es un puro gozo seguir leyendo. Siempre acompañado de asistentes de sexo femenino, en esta ocasión es la gélida y distante señorita Crowther con la que hace un dúo formidable. Aspinal pone la nota de humor con sus peculiaridades, su aguda inteligencia y su perspicaz carácter. Wilson demuestra una genial capacidad para la creación de personajes, la verdad es que todos apasionan y atrapan, desde el dueño de la librería esotérica, Widdup, hasta el extraño y desabrido pintor Engelke pasando por la desvalida Sheila. Nombro estos, pero bien podría nombrarlos a todos. La trama se espesa poco a poco haciendo aparición una secta que adora a Hitler, el grupo mágico al que éste pertenecía (la Thule Gesellschaf y su obsesión por la leyenda de Parsifal y el Santo Grial), el Hellfire Club y su líder Francis Dashwood, los paletos de la Golden Dawn y Aleister Crowley… Wilson estaba versado en estos asuntos, y su visión de estas sectas y sus miembros es demoledora. Sus miembros sólo buscan poder y dar salida a sus más pervertidas desviaciones sexuales, hasta los que de verdad creen en la magia la “usan” para dominar y esclavizar sexualmente a niños o vejar y violar a los más débiles. Saltfleet desconoce este mundo, y con él descubriremos y nos adentraremos en estas sectas cuyos únicos fines son los mencionados. En el mejor de los casos, ricachones aburridos que juegan a ser colegas del Diablo y fornican con prostitutas que se hacen pasar por vírgenes inocentes.

Otro gran acierto de la novela es que cuando comenzamos a tener claro quién es el culpable, Wilson nos lo desvela sin ambages. Así el tramo final se centra en pillar en un desliz al degenerado pero inteligente asesino al tiempo que el pobre Saltfleet debe atender otros casos. Los métodos de investigación y de trabajo del Yard y de los forenses se detalla con fruición, y el marco de sectas mágicas, brujas reales y librerías que atesoran volúmenes prohibidos y panfletos idiotas dan el toque extraño, entre fantástico y pesadillesco en su realidad, que me ha atrapado sin remedio.


WILSON, Colin. El caso de la colegiala asesinada. Traducción de Enrique de Obregón; ilustración de portada de Enric Sió. Barcelona: Noguer, 1976. 245 p. Esfinge; 43. ISBN 84-279-0048-1.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífica reseña, como siempre, Maese Llosef.

Es muy recomendable, también, una novela corta de Wilson incluída en " Cthulhu. Una celebración de los mitos" de la gran Valdemar: " El regreso de los Lloigor". Una pieza sutil y elegante, que da una vuelta de tuerca apasionante a la querida leyenda de Mu. Un abrazo. victorderqui.

PAYMON dijo...

¡Colin Wilson mola! :)
En concreto esta novela está genial, siento envidia de la gente que la lee por primera vez... creo que es de lo mejor de Wilson, para mi gusto (a mí me cautivó mucho más que por ejemplo Ritual en la oscuridad), porque aunque interesantes sus ensayos raruno-ocultistas a veces son demasiado cripticos y otras de un interés irregular...
En cuanto al personaje protagonista he consultado al amigo Javier Calvo (Wilsoniano de pro) y esta es la contestación, literal ¡jajaja! :

"No hay más novelas de la serie.
Wilson pensaba que se iba a forrar y anunció una serie entera, pero luego no vendió ni tres y se agobió.
Por desgracia.
Son la polla."

Llosef dijo...

¡Ay, victorderqui! No tengo ese libro de Valdemar, y compruebo en su web que ya está agotado... En fin, a seguir buscando. ¡Muchas gracias por pasarte por aquí!

Paymon, gracias por pasarte y sobre todo por preguntar a quien más puede saber sobre Wilson, Javier Calvo. Lástima que no se animara a escribir más novelas con estos personajes. Buscaré más cosas de Wilson. A ese "Ritual en la oscuridad" le tengo ganas...

Pato dijo...

Me suena a un giallo que vi hace nada... podría ser, ¿verdad? Al fin y al cabo la ficción se alimenta de ficción.

Llosef dijo...

Totalmente, Pato. Bien es verdad que la novela no opta por esa fisicidad tan propia del giallo, pero el argumento es perfecto para ello. Y la fecha de la novela, 1974, también lo es...

¡Un abrazo y gracias por pasarte!

MenteLectora dijo...

Hace bastante que no leo este tipo de libros, con psicópatas y demás. Me suelen gustar bastante. Me apetecía descubrir nuevos títulos. Este tiene una pinta estupenda.

Llosef dijo...

Pues anímate con éste, Only Bea: es de lectura absorbente y lo disfrutarás al máximo. ¡Un abrazo y gracias por pasarte!