sábado, enero 11, 2014

La casa y el cerebro (1859), de Edward Bulwer-Lytton



Ardía en verdad en deseos de leer este cuento del muy popular, en su época, escritor londinense Edward Bulwer-Lytton (1803-1873). Presentado como “uno de los mejores relatos de casas encantadas jamás escritos” por el mismo Lovecraft o “la mejor historia de fantasmas en lengua inglesa” por el no menos imprescindible Lafcadio Hearn, ya me contaréis quién podría resistirse. En una edición cuidada y elegante como es habitual en Impedimenta, su lectura no os entretendrá más de media hora, quizá la única pega que pudiéramos poner: ¡queremos más! Puedo decir una vez terminado que, en fin, sin pararme demasiado a pensar, Corazones perdidos (1904) de M. R. James, La historia de la vieja niñera (1852) de Elizabeth Gaskell o La puerta en el muro (1882) de Margaret Oliphant son relatos de fantasmas y casas encantadas que dejan un tanto en evidencia tamañas afirmaciones acerca de este de Bulwer-Lytton, pero al tiempo no dudamos en reconocer que La casa y el cerebro (1859) es un cuento sensacional, con momentos estremecedores capaces de provocar ese espanto que consigue que la tan manida metáfora del escalofrío recorriendo nuestra espina dorsal de puro miedo deje de serlo.

El punto de partida no puede ser más tradicional: dos viejos amigos se encuentran por la calle y uno de ellos le cuenta al otro el horror sufrido al alquilar con su esposa una casa encantada y tenerla que abandonar echando chispas a las tres noches de permanecer en ella. El otro, intrigado al máximo, le pide la dirección y se presta a tomarla en alquiler él mismo. Tiene experiencia en casas encantadas y nada le puede atraer más que ser capaz de dar con una que lo esté de verdad. Y hala, manos a la obra y con su criado y su perro allí lo vemos pocas páginas después presto a pasar una noche en la terrorífica casa. Justo la llegada a esta y lo que sucede en esa noche fatídica compondrán el corazón del relato, que en su primera mitad ofrece toda una galería de horrores y apariciones espectrales de antología. Bulwer-Lytton detalla con maestría cómo el protagonista toma posesión de la casa con sus compañeros, lo cual sirve para que conozcamos todos sus rincones y ya se empiecen a dar los primeros sucesos paranormales. Caerá la noche y entonces se desatará una verdadera ordalía infernal que tomará carácter de alucinada pesadilla consiguiendo los más brillantes, por oscuros y terroríficos, momentos de espanto que harán que esta primera mitad del relato se pueda medir cara a cara con los tres citados. Lo prodigioso y lo sobrenatural crearán una atmósfera de horror difícil de soportar hasta para nuestro valiente narrador, el cual contemplará atónito todo un festival de prodigios espeluznantes desplegarse ante sus ojos. Y nosotros con él.


Tras estas magníficas páginas, una vez pasada la terrorífica noche, observé que aún ni me encontraba en la mitad del libro, así que me las prometí felices, pero entonces es cuando llega el turno del cerebro del título, la hora de las explicaciones, esas que sobran aunque ya sabemos que no suelen faltar. Bulwer-Lytton desarrolla una de esas teorías dedicadas a dotar de sentido a los fenómenos paranormales tan en boga en aquella época y al espíritu del autor, y que aún hoy en día podemos leer incrédulos en las revistas y libros dedicados a tan fantasmal cuestión. Si bien la búsqueda posterior en la casa maldita del origen de la infección fantasmal no dejan de atesorar una fuerza espectral contundente, las mentadas explicaciones se leen con el mismo interés que las que se dan en las novelas de crímenes cuando se junta a todos los sospechosos en una habitación y venga, a estropear todo el misterio y la intriga en la que nos han tenido sumidos. Esto no resta valor al conjunto, que conste, pero tras caminar de la mano del horror no resulta tan placentero pasear silbando las melodías de la parasicología más estrambótica. Bulwer-Lytton era un férreo creyente en las mismas, no hay sorpresa pues, pero sí un poquito de bajón tras haber degustado las delicias del mejor fantástico espectral.

No dejamos de recomendar vivamente su lectura, por descontado: solo por esa excelente primera parte ya merece toda nuestra atención. Un puro hervidero de imágenes que permanecerán toda la noche posterior a su lectura consiguiendo que nuestro sueño se llene de pesadillas, todo un muestrario de lo que el género estaba desarrollando y adelantando casi todo lo que vendría después. Si bien en su conjunto no es un relato perfecto, sí que afirmamos sin titubear que resultará inolvidable.


BULWER-LYTTON, Edward. La casa y el cerebro: un relato victoriano de fantasmas. Introducción y traducción de Arturo Agüero Herranz. Madrid: Impedimenta, 2013. 101 p. ISBN 978-84-15979-02-9.          



6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo leí hace muy poquito (por si a alguien le pudiese interesar, la versión original de The Haunted and the Haunters está disponible gratuitamente a través de Project Gutenberg), y aunque la historia me entretuvo, no me atrapó del todo. Me pareció una "novella" atrapada en el goticismo dieciochesco.

En el fondo, sospecho que la responsable (involuntaria, por supuesto) de todo esto es Marjorie Bowen y la crueldad terrorífica de sus relatos. Después de haberme empachado a gusto con su obra a lo largo del 2013 (festín que espero repetir en este 2014), ya no consigo leer cualquier tipo de terror ni disfrutarlo de la misma forma... aunque, probablemente, tan solo se trate del hecho de que me estoy volviendo vieja...

http://www.gutenberg.org/ebooks/14195

Llosef dijo...

Jajaja, vieja sabemos que no. En español solo hay cuatro relatos publicados de Marjorie Bowen, y no tengo ninguna de las compilaciones en los que aparecen... En fin, toda una lástima porque estoy deseando tener la oportunidad de leerla.

Este de Bulwer-Lytton a mí me ha gustado mucho, pero yo sí soy mucho más viejo y rancio que usted, lo gótico me pilla más cerca en el tiempo, jajaja, quizá por eso lo he disfrutado, en especial en su primera parte, que yo veo no muy alejada de cualquier relato o novela de casas encantadas que se precie. Ya sabe que siento debilidad por esta temática, y leyéndolo a altas horas de la madrugada en soledad afirmo que en mi caso resultó efectivo a más no poder. Flojea en la parte explicativa, eso sí.

WOLFVILLE dijo...


Yo vengo a romper una lanza en favor de la parte científico-esplicativa!!! Me encantó ese personaje más grande que la vida -siempre he pensado que la inmortalidad corrompe- y me sorprendió encontrar en un cuento de 1800 un giro de trama especulativo que incluso creo que es una anticipación del final de la "Mansión Infernal" de Matheson.

Por ello, para mi "chapeaus" las dos partes del libro, que además tienen la gracia de estar separadas y diferenciadas.

Un saludo!!

Llosef dijo...

Amigo Wolfville: estoy totalmente de acuerdo, como indicaba, en que es un preclaro antecedente de cualquier obra sobre casas encantadas que se precie. Por supuesto, ese poderoso ser casi eterno que aparece en "La casa y el cerebro" nos hace pensar en Belasco de manera automática, jajaja, y todo el relato en sí también en novelas clásicas del género, desde las excelentes "Hechizo" de James Herbert y "El resplandor" de Stephen King a la soporífera "Aquí vive el horror" de Jay Anson, pasando por "La maldición de Hill House" de Shirley Jackson que está a años luz de todas ellas juntas. Más que la especulación, o la explicación, algo común no solo a estas novelas citadas sino a los relatos nombrados en la entrada, es el tipo de explicación a lo "Cuarto milenio" que se nos marca Bulwer-Lytton (tampoco sorprende porque era seguidor y creyente de estas cosas parapsicológicas)lo que nos resulta un poco (solo un poco) anticlimático, más que nada porque pasamos de lo bueno a lo tranquilizador en muy poco tiempo. ¡Y se estaba tan a gusto navegando en las aguas del horror!

Oriol dijo...

Muy buena reseña. A mí me gustó también el personaje que aparece al final del libro, aunque reconozco que me sobraban tantas explicaciones rebuscadas y auto-justificatorias.

Llosef dijo...

¡Gracias, Oriol! Es una estupenda novela corta de terror. ¡Va tocando una relectura por mi parte!