No me extenderé en explicaros el tipo de
literatura y las temáticas que abarca la revista Barsoom porque ya veis que sus editores lo dejan bien claro en la
portada. Tomando su nombre del planeta Marte de Edgar Rice Burroughs en su saga
marciana, Barsoom es hoy día una de
mis publicaciones favoritas, tanto por sus apasionantes contenidos como por su
apabullante apartado visual: maravillosas portadas de revistas pulp y gran
cantidad de ilustraciones acompañando la selección de relatos y los artículos.
De los primeros, pues ya sabéis, casi siempre títulos fascinantes que esconden
relatos que no siempre lo son tanto, pero al tratarse de pequeñas antologías
selectas el nivel se mantiene alto, o cuando menos no falla que en cada número
uno se lleve como mínimo varias fantásticas sorpresas. Los artículos ofrecen un
nivel excelente, informativos y rebosantes de amor por el género, contagiosos
en su pasión. Una delicia enfrentarse a cada número, esa es la verdad, y al
presentarse en cada entrega centrados en una materia suponen una clase
magistral concentrada. En este número 20 serán los pulps spicy los protagonistas. Las publicaciones baratas que salpicaron
sus páginas habituales de crímenes, horrores, fantasía, aventuras y viajes
siderales con notas de un sexo naif e inocentón en ocasiones, pero siempre
divertido y, para qué negarlo, hasta entrañable. Confieso que este número de Barsoom se me ha antojado de los mejores
que he leído hasta la fecha, y eso que no hay entrega que no disfrute como un
bellaco. Vamos con él.
Un fantástico número pues de la revista Barsoom dedicado a los spicy pulps, la sección más picantona de
las publicaciones pulp norteamericanas, donde el erotismo naif es el rey.
Chicas ligeras de ropa y hombres vestidos tal que si estuvieran en el polo, que
así mandaban y lo ordenaban los editores. Y siempre sugerir, nunca mostrar. En
definitiva, guarrindonguis pero sin pasarse… Las huestes de Barsoom nos presentan una entrega
apasionante, muy divertida y loca donde nada más empezar ya encontramos la
primera joya: el relato Trapos sucios
(1934) del gran Robert Leslie Bellem, protagonizado por su personaje Dan
Turner, el detective de Hollywood, toda una estrella él mismo de estas
publicaciones, sin duda el más popular. Ya comentamos una recopilación de sus
aventuras editada por Valdemar AQUÍ.
En esta ocasión, Turner acaba envuelto en un caso de chantaje en el que una
actriz ve enturbiado su brillante presente debido a una peliculita subida de
tono en la cual participó antes de saltar a la fama. Turner, con su habitual
desparpajo, se pondrá a resolver la papeleta. Diversión, como siempre cuando él
está al mando de la acción, de manos de un Bellem que había acertado en su
creación con ese tono justo entre cachondeo desaforado y novela negra al uso
que le funcionaba a la perfección. Y justo a continuación, como era de prever,
la redacción de Barsoom nos regala un
estupendo artículo, Dan Turner y otros
detectives picantes, que reúne en sus páginas a toda una nutrida troupe de
detectives duros, despiadados y de eficacia a prueba de bombas que se
desenvuelven sin problemas entre villanos malencarados y chicas en ropa
interior venga o no a cuento. Acompañado de ilustraciones fabulosas, incluye
también una página del único personaje que llegaría a hacerle sombra al mismo
Turner, esta vez en forma de cómic: Sally
the Sleuth, Sally la Sabuesa,
dibujada con verdadero acierto por Adolphe Barreaux, que en lo que a mí
respecta ha supuesto todo un divertidísimo descubrimiento. Escritores como
Catherine L. Moore, Hugh B. Cave y E. Hoffmann Price entre otros estarían
implicados en este caso alucinante de detectives clónicos del gran Dan Turner.
Aunque Asesinato
en el Lago Iroqués (1934) no deja de ser un relato algo tontuelo e insípido
perpetrado por un ilustrador habitual de estos pulps, Charles Maxwell Plaisted,
nos da una idea bien diáfana de cómo las gastaban los autores del sector más
verderón de la literatura popular de los 30. Le preferimos como ilustrador, eso
sí. Como también preferimos disfrutar de otra fantástica aventura de Sally la Sabuesa, esta vez a toda
página, lo cual nos permite apreciar en todo su valor este quizá algo tosco
cómic, pero sin duda divertido y, si me lo permitís, hasta encantador. Y como
no podía faltar el terror amarillo a la hora de navegar estas aguas, pues aquí
tenemos a Guy Russell con Hoja de loto
(1937) ofreciendo un cóctel delirante de detective súper duro con chicas en
ropa interior, eso cuando visten algo, y chinos malvados que deviene tan
simpático como olvidable. Lo exagerado de su trama es lo que nos ayuda a llegar
al final con una sonrisa.
Más que
especiados… ¡picantes! es otro sensacional artículo que recorre la historia de
los Spicy Pulps. Una auténtica
maravilla, repleta de documentación y datos bien expuestos, un acercamiento
imprescindible para conocer y comprender el origen, desarrollo y muerte de
estas publicaciones. Otra joya en este número de Barsoom en el que estos pequeños ensayos analizando este tipo
específico de pulps suponen un verdadero regalo para el amante de las mismas.
Sigue la novela inédita La aventura
perdida de Tarzán de Edgar Rice Burroughs que se viene publicando por
entregas, aquí la novena. Y en el afán completista de presentar obras de Robert
E. Howard también inéditas en español, se incluye una historia del personaje
por él creado John Gorman. Partiendo de un fragmento y una sinopsis, Mark Cesarini
y Charles Hoffman dieron forma, por decir algo, en los años 80 a Las gatas de Samarkanda (1984), un
relato que se me ha antojado insoportable, con referencias mal llevadas (no se
da vida a un personaje por la simple mención de su nombre, como sucede al
recurrir a otro héroe de Howard, Steve Corcoran) y una narración apresurada
carente de la más mínima atmósfera y encanto. Lo peor con diferencia de este
número, una cacafuti que poco honor hace al legado de Howard, pero que pese a
su impotencia narrativa y su soporífera trama no ensombrece el resto de
contenidos.
En los habituales portafolios dedicados a
ilustradores pulp que suele incluir Barsoom
en sus páginas, esta vez es el turno del excelente portadista H. J. Ward y del
ilustrador (del que poco antes hemos podido leer una de sus pocas incursiones
literarias) Charles Maxwell Plaisted. Cabe destacar el impresionante trabajo de
Ward, el N. C. Wyeth de las publicaciones pulp, sin duda. Negro asesinato (1935), firmado por Carl Moore (no está probado que
sea un seudónimo de la escritora Catherine L. Moore), es un exagerado y
desarmante relato que aúna vudú haitiano, chicas semidesnudas en trance
hipnótico, sacerdotes y sacerdotisas malvados y el héroe salvador de turno.
Morbosillo y oscuro, su ingenuidad no juega a su favor (por una vez) y acaba
resultando una curiosidad simpática pero intrascendente. Ya, ya sabemos que no
se trata de otra cosa, pero con las mismas intenciones nació el siguiente que
comentaremos y sin embargo sí que es un cuento de esos que se recuerdan.
Murciélago
humano
(1936), de Lew Merril (sobrenombre del gran Victor Rousseau), es un completo
dislate en el que, aquí sí, su ingenuidad lo ayuda de manera notable. La idea
central del relato es sencillamente imposible: un hombre que se cree un murciélago
y, vete a saber por qué, necesita alimentarse de la sangre de jóvenes desnudas.
Lo más bonito de este delirante y decididamente loco cuento es que adopta el
punto de vista del protagonista, esto es, está narrado en primera persona por
el murciélago humano del título. Acaba resultando tan divertido como macabro, y
a mi gusto es uno de los mejores incluidos en esta en verdad excelente entrega
de Barsoom. En El botín del Kurdistán (1935), escrito por otro grande de los
pulps, E. Hoffman Price, un fornido héroe repartiendo ñoños sin compasión y una
joven con una preocupante facilidad para perder la ropa son los protagonistas.
Un relato de aventuras que, en fin, no deja de contarnos lo de siempre con un
Price que no se muestra tan inspirado como en otras ocasiones. Por supuesto lo
leemos con placer, aunque confieso que ha pasado ya un tiempo desde que lo
leyera y soy incapaz de escribir una línea acerca de su trama. ¡La he olvidado
por completo, ay! No así Con “M” de
misterio, otro sensacional artículo firmado por la Redacción de Barsoom.
Los Spicy o relatos picantones
acabarían invadiendo de una forma u otra todos los géneros que habitaban
felices en los pulps. Las publicaciones de Weird
Menace, las más cercanas al género negro, caerían pronto en la red. Nace así
en 1935 Spicy Mystery. Se nos ofrece
aquí todo un documentado repaso a esta publicación acompañado de una selección
de impactantes y magníficas portadas de Hugh Ward.
Y nos adentramos ya en la sección dedicada a
la ciencia ficción. El tramo final de la revista se centra en este género pero
en su versión erótica, nacida ante el auge del éxito de los otros pulps spicy.
Aunque permanecen dudas, parece que tras el nombre de Lew Merril se ocultaba el
fantástico escritor Victor Rousseau, que hace doblete en este número con El despertar de los robots (1940), un
cuento entretenido sobre la tópica revolución frente a la tiranía y demás, con la
curiosidad de que quienes se sublevan son robots que empiezan a sentir, padecer
y amar como los humanos. Y también a desear ya sabéis qué, aunque en la ciencia
ficción lo picantón siempre fue menos evidente que en el resto de los géneros. O
así al menos nos lo explican en otro fantástico artículo, La ciencia ficción picante, en lo que sin duda compone el punto
fuerte de este número 20 de Barsoom,
los artículos. De nuevo nos ofrecen una absoluta maravilla que nos lleva a la
época en un parpadeo y nos retrata el mundo de este tipo de publicaciones de
forma diáfana y apasionante. Con el relato Shawn
de las estrellas (1940), de Hugh Speer, se cierra la revista. Una opereta espacial
breve y predecible desde su primera línea hasta la última. Tampoco destaca de
manera especial por los tontuelos escarceos seudo eróticos que ofrece. No
importa demasiado: hemos llegado felices, que nadie malinterprete esto, al
final. Y esperamos ansiosos nuevas entregas de Barsoom.
BARSOOM: la revista del pulp y la literatura
popular. Número 20. Primavera 2013. La Hermandad del Enmascarado. 100 p.
7 comentarios:
Una entrega maravillosa de una revista que siempre lo es. En la memoria se me quedó el del murciélago humano, uno de los más majaretas relatos que he leído nunca... si Barsoom no existiese, la vida perdería otro poquito más...
EL ABUELITO
Usted lo ha dicho, Abuelito, y solo queda secundarlo con pasión: la vida sería más aburrida y menos vida sin Barsoom.
Leyendo su reseña, me han entrado ganas de empezar a leer esta fantástica revista. He estado mirando por Internet, y no he podido encontrar los primeros números. ¿Sabe usted si hay alguna manera de hacerse con estos números?
¡Hola Óscar! Los primeros números de la revista Barsoom están agotados, por desgracia. De hecho, por el momento sólo se pueden adquirir los más recientes. Eso sí: se ha anunciado la reedición de los números del 6 al 10. Para finales del verano quizás estén ya disponibles. Andaremos atentos porque las tiradas se agotan con inhabitual celeridad. A mí me faltan del 1 al 9, nada más y nada menos, así que espero con ansiedad esta reedición y, confiemos en ello, la de los 5 primeros números. En facebook puedes estar al día de todas las publicaciones de la editorial y muchísimas cosas más uniéndote al grupo Barsoom. ¡Un saludo y gracias por comentar!
Gracias por proporcionarme esta información. Estaré atento a estas reediciones. ¡Saludos!
¡De nada, Óscar! ¡Un saludo!
si contactais con la Librería Opar estoy seguro que tienen casi todo o todo de Barsoom, tiene un catálogo muy extenso. Además de ser distribuidor oficial de Valdemar y biblioteca del Laberinto. Está en c/Goya, preguntad por Alfredo Lara.
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