Todavía recuerdo la gran alegría que supuso
el adquirir este número 1 de una revista dedicada a los géneros literarios que
más amamos. Relatos, novelas cortas, artículos y muchas ilustraciones
conformando su contenido, Delirio ha
conseguido llegar desde entonces hasta el número 11, manteniendo su publicación
semestral y todavía en activo. Todo un logro del que nos congratulamos y, por
supuesto, disfrutamos. En los tiempos en que este oscuro blog disponía de un
breve espacio en la radio le dedicamos nuestro penúltimo programa (AQUÍ), pero quizá estaría bien ir
comentando número a número con más detalle. Y a ello nos ponemos, aunque debo
decir que no comenzamos con el 1, eso es una vulgaridad impropia de este blog,
pues ya lo hicimos con el número 9 (AQUÍ).
La publicación se abre con un poema que casi
roza lo mítico por lo conocido que es: Si…
(1896), de Rudyard Kipling. A continuación, una Presentación de la revista a cargo de su editor y director Francisco
Arellano. Y enseguida el primer relato, El
dios de humo (1908), de Willis George Emerson. Una historia que se
desarrolla en parte en el interior de la Tierra siguiendo la estela de la magnífica
Viaje al centro de la Tierra (1864)
de Jules Verne. El cuento de Emerson resulta algo pesadote en su intento de dar
soporte científico a la teoría de que nuestro planeta está hueco a costa de
aturdirnos con notas a pie de página, las cuales en su mayoría son fragmentos
de textos de exploradores polares que servirían de base real a su
planteamiento. No deja de ser entretenido, pese a esto, al menos como
curiosidad, si bien literariamente el conjunto queda tocado. Quizás lo mejor
sean las estupendas descripciones del viaje por los hielos eternos y el descubrimiento
de una selva tropical allí donde es imposible que exista algo semejante. Apenas
hay progresión narrativa, salvo aquella consistente en el puro avanzar y contar
qué se van encontrando los protagonistas por el camino, adoptando las formas de
un libro de viajes seudocientífico. A pesar de estos defectos importantes, es
un regalo tener la oportunidad de leer una obra que si no se hubiera editado
aquí jamás hubiéramos podido leer en nuestro idioma.
El
código social
(1909), de Erle Cox, es una tosca pero entretenida historia de un terrestre que
se lía a distancia con una marciana… ¡casada! Quién iba a pensar que a los
habitantes de Marte también les iba esto del matrimonio. Aunque ya deberíamos
ser conscientes de esta apetencia alienígena gracias a la película dirigida en
1958 por Gene Fowler Jr. Me casé con un monstruo del espacio exterior. El relato, tal vez de manera inconsciente,
nos muestra que los marcianos, pese a sus avances científicos, son tan duros de
mollera como los terrestres. Cox sí que consigue, al menos, hacer creíble toda
una civilización mostrándonos tan sólo lo que se llega a ver de ella a través
de una superficie tal que un espejo. Llegamos a la mitad de la revista, y en esta
su parte central podemos admirar los dibujos que Virgil Finlay hiciera para El sueño de una noche de verano de
William Shakespeare.
Tras el tan predecible como prescindible
relato El grabado (no se termina de
saber si lo escribió un tal William Wibsby en 1905 o bien se trata de una mistificación
y su verdadero autor es Philippe Laborde-Castex, que lo pudo escribir en 1995:
en ambos casos nos trae sin cuidado), podemos leer un cuento del siempre
interesante Antonio de Hoyos y Vinent, El
traje milenario (1926). Es una historia prehistórica tan simpática como
intrascendente en la que lo que de verdad importa es hacer una gracia a costa
de la vanidad femenina. Pero Hoyos y Vinent siempre es bienvenido. Pasamos a Notas de Arkham (1938), que como indica
su título son notas y apuntes que H. P. Lovecraft realizara a lo largo de su
vida. Ya sabéis que cualquier cosa del maestro nos vale, él está por encima del
bien y del mal, así que quizá este sea el regalo más preciado que incluye este
número 1 de Delirio. Más que nada por
poder indagar con curiosidad implacable en la forma con que Lovecraft apuntaba
ideas para cuentos y notas sobre cómo escribir historias de terror.
Plano de Arkham realizado por H. P. Lovecraft.
Abajo, el plano adaptado por Joseph Morales. No dejéis de leer
su artículo al respecto en la página web Cthulhu Files (AQUÍ).
Caminos (1938), de Seabury
Quinn, es un excelente relato sobre todo en su primera mitad, en la cual Quinn
nos lleva sin aliento sorprendiéndonos de continuo. Hacia el final la
previsibilidad de la historia estropea un poco su efecto y alarga demasiado el viaje
justo antes del desenlace, lo cual acaba por descompensar el conjunto. Pero es
un gran cuento, no lo dudéis. Aunque no tanto, también es un buen relato de
terror con toques lovecraftianos Muy por debajo
(1939), de Robert Barbour Johnson, en el que destaca de manera especial la
fantástica idea de ambientarlo en los túneles del metro. Y llegamos al final de
este número con El lecho-leopardo
(1904), del que lo único que se puede destacar es que fue el segundo relato que
escribiera Sax Rohmer, y con otro poema bien conocido de William Blake, El tigre (1794). Y así he intentado
daros mis impresiones sobre el primer paso de un camino, valga la redundancia
con permiso de Quinn, que hasta hoy está resultando apasionante: el de la
revista Delirio. ¡Que no termine
nunca!
Portada del número de enero de 1938 de la revista Weird Tales
en el cual se publicó el relato Caminos de Seabury Quinn.
Portada del número de junio-julio de 1939 de la revista Weird Tales
en el cual se publicó el relato Muy por debajo de Robert Barbour Johnson.
DELIRIO: ciencia ficción y fantasía. Número
1. Diciembre 2007. Traducciones de Francisco Arellano; ilustraciones de Alphonse
Maria Mucha, František Kupka, Charles Rennie Mackintosh, John A. Williams,
Eulogio Varela, Virgil Finlay, Harry Clarke, Ernesto Durias, Hannes Bok y Edd Cartier;
selección y presentaciones de Francisco Arellano. La Biblioteca del Laberinto.
174 p. ISBN 978-84-935407-6-0.
2 comentarios:
Tengo casi todos los "Delirios" y es cierto que siempre se mueven entre lo realmente interesante y cierto relleno. Pero nunca me arrepiento de leer uno ;)
Un saludo!!
Es el riesgo de las compilaciones de relatos: siempre hay alguno que te deja frío. Pero de igual manera, y esto es lo que nos acaba importando, es difícil no encontrar cosas sorprendentes. En Delirio, como también en Barsoom (es estupendo poder contar con revistas así), no hay número en el que no me descubran algo, Wolfville. ¡Nada mejor se me puede ocurrir que nos ofrezcan! ¡Saludos!
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