Continúo comentando esta fantástica antología
de relatos de la mítica revista pulp Planet
Stories. Ahora toca escribir un poco sobre James McKimmey, Jr. Este
escritor que logró cierto reconocimiento como autor de novela negra ha supuesto
el gran descubrimiento para mí en este libro. Quizá un rasgo heredado de sus,
al parecer, duras y directas obras de dicho género, traslada sus diálogos
cortantes y las situaciones de gran tensión a la ciencia ficción. En los tres
relatos suyos aquí presentados destacan como rasgos característicos los pocos
personajes que los protagonizan, dos o tres a lo sumo por cada uno, y los
fuertes y despiadados enfrentamientos entre ellos. Pero la ciencia ficción no
solo es el decorado para lanzar a sus personajes a duros conflictos. Es lo que
viven en su entorno, la situación explosiva que genera la llegada de los
protagonistas a planetas siempre hostiles, lo que prende la llama del enfrentamiento
a muerte, del odio, de la envidia y el rencor. Son cuentos dominados por la furia
y una oscura visión de lo que supone el hombre para el mismo hombre.
Así acontece en Las tierras soñadas (1953), que plantea el cruento choque entre un
veterano viajero espacial y un novato. El accidente que los lleva a estrellarse
en un planeta del que ya jamás podrán salir es el incidente que los enfrentará
al final. La tensión explotará en un duelo desesperado y sin piedad solo aguado
por la consabida “sorpresa” en el desenlace. Mientras, McKimmey hace del sueño
de la conquista espacial un nido de odio que supura tensión y violencia en cada
línea. Es un cuento excelente en el que el autor nos ofrece su visión tenebrosa
de la vida: allá donde vaya, por muy lejos entre las estrellas que llegue, el
hombre arrastrará consigo todas sus miserias. Y esto es lo que prevalecerá por
encima de sus propios sueños.
No hay lugar para la sonrisa en los cuentos
de McKimmey, y el excepcional Esqueletos
en el espacio (1954) viene a gritárnoslo sin hacer concesiones. De nuevo
dos viajeros espaciales que van a dar con sus huesos, nunca mejor dicho, en un
planeta hostil. Ante el peligro, los humanos en lugar de dejar a un lado sus
diferencias y hacer causa común se enfrentarán aún más. Hostigados por unas
formas de vida alienígena que hubieran hecho las delicias del mismo Stanislav
Lem, McKimmey desarrolla su breve historia con auténtica furia contenida
llevando a sus protagonistas hacia la oscuridad más abisal. No hay esperanza,
solo ironía macabra desde el propio título. Un relato fantástico, un puñetazo
en pleno rostro que duele y sorprende más aún en un libro dominado por un sano
cachondeo y un espíritu lúdico constantes. Cuando la cosa se pone seria,
cuidado: se pone seria de verdad.
El tercer relato de McKimmey incluido en la
antología, y por mí podrían haber sido otros tres más, es El planeta feo (1954). Y de nuevo nos encontramos con un accidente
en el espacio profundo que lleva a los humanos a encallar en un mundo
inhóspito. En esta ocasión el autor deja a un lado sus enfrentamientos a dúo
para ofrecernos… ¡un enfrentamiento a trío! La misma violencia contenida en
cada frase, el mismo carácter que nos muestra incapaces de un pensamiento noble
o una buena acción. Sin duda es el más flojo de los tres relatos, pero más que
nada porque los anteriores son muy buenos. Una sorpresa final que si bien no es
nada “sorprendente”, incide en la naturaleza despiadada del género humano. Más
oscuridad llevada con pulso firme por McKimmey sin el más ligero temblor más
allá del que provoca en el lector.
Un poco a la manera de McKimmey, pero sin su
intensidad, en La despedida de Bunzo
(1953) Charles V. De Vet nos presenta a dos humanos, un forajido y su
perseguidor, que van a dar con sus huesos en un planeta habitado por criaturas
más que extrañas. A pesar de no estar logrado del todo, el relato sí que
consigue que la sensación de peligro resulte agobiante. Llegó un momento
mientras lo leía que casi le gritaba a sus protagonistas que salieran pitando
de allí mientras pudieran, tonto que es uno. Pero no me escucharon, tontos que
ellos fueron. El final, esta vez sí, resulta sorprendente. Y consigue incomodar
por su violencia y sordidez. Vamos, que me ha encantado.
Marte
contra Bisha
(1954) es uno de los muchos relatos que Leigh Brackett ambientara en ese
planeta Marte tan inspirado en el de Edgar Rice Burroughs. Plantea una bonita
historia de amistad entre una niña marciana repudiada por su tribu y un doctor
del planeta Tierra que la acoge. El doctor está desarrollando una investigación
científica en una zona alejada de la colonia terrestre, él también exiliado por
su afán de seguir con su trabajo. Brackett nos muestra cómo dos criaturas
despreciadas e ignoradas por todos se unan para sobrevivir, y también el drama
que se genera porque la supervivencia quizá no sea posible para ninguno de los
dos. Un cuento emocionante, incluso hermoso en algunos destellos ocasionales.
Con Los
fusileros de Narakán (1954) de Jan Smith (George H. Smith) la antología
vuelve a la senda de la space opera más tradicional, de corte bélico, pero de
nuevo atravesada por una fantástica veta de humor que a poco que guste el
género (cualquiera de los dos, la verdad: tanto el de la ciencia ficción como
el humorístico) no se puede leer sino con una profunda simpatía. Todo un
honesto disfrute, un cuento entretenido en el sentido más lúdico de la palabra,
tan disfrutable como la golosina que nunca deja de ser. Más adorable aún porque
si en un principio se prometía como la típica historia en la que se demuestra
la supremacía del blanco anglosajón hasta por encima de especies
extraterrestres, sin abandonar nunca en parte esta perspectiva ofrece un no por
esperado menos emocionante desenlace.
En fin, vaya ramillete extraordinario de
cuentos. Así que nadie se sorprenda si después de todo alguno no me termina de
gustar. ¡No se podía acertar con todos! Y El
paria púrpura (1954) de Byron Tustin es de lo que menos me ha llegado. Como
hace McKimmey en los suyos, nos encontramos a dos humanos que por accidente van
a parar a un planeta imposible. Sin embargo aquí el enfrentamiento entre ellos
es blando y la historia carece de interés. El extraterrestre es una criatura
chocante, le concederemos eso, pero si cuando el estilo no brilla además la
trama no acompaña, poco hay que hacer.
La
abuela Perkins y los piratas del espacio (1954) de James McConnell es la típica
historia de la viejecita metomentodo que pone en jaque a todo el mundo. No solo
a los piratas del título, sino a la flota espacial terrestre al completo.
Bueno, casi. Más que la trama en sí, bien conocida ya, si se hace destacar es
porque consigue dar auténtico hálito a los personajes tipo con los que se
maneja. Esos piratas nos resultan terribles pero al tiempo son entrañables. Y
la viejecita, pese a ser una pesada de cuidado, qué demonios, seguro que tú
también la acababas adoptando como mascota en tu tripulación.
No es Algis Budrys uno de mis escritores
favoritos de ciencia ficción, me gustaría empezar diciendo. Y el relato de su
autoría incluido en esta selección, Jaula
de mil alas (1955), no ha ayudado a que me retracte. Y eso que tiene un
original punto de partida: un cazador de renombre en toda la galaxia resulta
que… Bueno, no puedo decir nada que os reviento la sorpresa. Lástima que el
afán por resultar así como poético y elegante de Budrys no resulte en absoluto.
Al menos para mí. Pretencioso y pobretón, si esta misma historia hubiera tenido
como objetivo eso mismo, contarla, y no hacer un ejercicio de más altura quizá,
y digo que solo quizá, me habría gustado. Pero entonces no sería este el
cuento. Y tal vez no me hubiera resultado tan aburrido e intrascendente. Budrys
tiene sus seguidores, algo le verán y seguramente me equivoque, pero así es la
vida.
Y la antología se cierra con un relato
incluido en el que fue el último número de la revista, el correspondiente al
verano de 1955. Polvo al polvo de
Lyman D. Hinckley transcurre en una ciudad abandonada y extraña en un lejano y
desconocido planeta. No hay lugar más cautivador y fascinante en el que
desarrollar un buen relato de ciencia ficción. Lástima que se desaproveche el
esfuerzo imaginativo del autor en una historia que en ningún momento logra
mantener el interés.
En conjunto, una antología esta de Planet Stories excelente en la cual los
relatos más conscientemente divertidos contagian su sentido de la maravilla y
los más oscuros logran transmitir toda la desazón del enfrentamiento con lo desconocido.
Aunque en ocasiones lo desconocido sea nuestro igual.
PLANET Stories (1939-1955). Selección y
traducción de Francisco Arellano y Carlos Sáiz Cidoncha; notas de Francisco
Arellano. Colmenar Viejo (Madrid): La Biblioteca del Laberinto, 2012. 444 p. Delirio,
Ciencia-Ficción; 55. ISBN 978-84-92492-68-8.
2 comentarios:
Hola Llosef ¿Cómo estás?
Quería contarte por si no lo sabias que en YouTube hay un video promocional de la hermosa y amada espía Baby, el personaje más famoso del escritor Lou Carrigan. Te dejo el link por si quieres verlo y espero que lo disfrutes:
http://www.youtube.com/watch?v=8ltrkJUNhnw
Otra cosa, en Bolsi & Pulp pronto estaremos de cumpleaños y para celebrarlo estamos haciendo una encuesta para publicar una novela de Curtis Garland como regalo cumpleañero, hay tres aventuras de distintos géneros para que elijas tu favorita y votes, acá te dejo el link:
http://encontretuslibros.blogspot.com/2013/03/encuesta-cumpleanera-2013.html
¡Un abrazo enorme!
Atte: ODISEO…Legendario Guerrero Arcano.
¡Hola Odiseo!
Ya voté por el bolsilibro de Curtis Garland. Me decidí por la de terror, qué raro: "Cadáveres sin alma". Con ese título no hay quien se resista.
Lo he anunciado en las páginas de facebook del grupo BOLSILIBROS y en la de LA DÉCIMA VÍCTIMA, claro.
Jajaja, y el vídeo de Brigitte "Baby" Monfort está sensacional.
¡Un saludo!
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