miércoles, abril 17, 2013

Planet Stories (1939-1955) [segunda parte]




Continúo comentando esta fantástica antología de relatos de la mítica revista pulp Planet Stories. Ahora toca escribir un poco sobre James McKimmey, Jr. Este escritor que logró cierto reconocimiento como autor de novela negra ha supuesto el gran descubrimiento para mí en este libro. Quizá un rasgo heredado de sus, al parecer, duras y directas obras de dicho género, traslada sus diálogos cortantes y las situaciones de gran tensión a la ciencia ficción. En los tres relatos suyos aquí presentados destacan como rasgos característicos los pocos personajes que los protagonizan, dos o tres a lo sumo por cada uno, y los fuertes y despiadados enfrentamientos entre ellos. Pero la ciencia ficción no solo es el decorado para lanzar a sus personajes a duros conflictos. Es lo que viven en su entorno, la situación explosiva que genera la llegada de los protagonistas a planetas siempre hostiles, lo que prende la llama del enfrentamiento a muerte, del odio, de la envidia y el rencor. Son cuentos dominados por la furia y una oscura visión de lo que supone el hombre para el mismo hombre.

Así acontece en Las tierras soñadas (1953), que plantea el cruento choque entre un veterano viajero espacial y un novato. El accidente que los lleva a estrellarse en un planeta del que ya jamás podrán salir es el incidente que los enfrentará al final. La tensión explotará en un duelo desesperado y sin piedad solo aguado por la consabida “sorpresa” en el desenlace. Mientras, McKimmey hace del sueño de la conquista espacial un nido de odio que supura tensión y violencia en cada línea. Es un cuento excelente en el que el autor nos ofrece su visión tenebrosa de la vida: allá donde vaya, por muy lejos entre las estrellas que llegue, el hombre arrastrará consigo todas sus miserias. Y esto es lo que prevalecerá por encima de sus propios sueños.


No hay lugar para la sonrisa en los cuentos de McKimmey, y el excepcional Esqueletos en el espacio (1954) viene a gritárnoslo sin hacer concesiones. De nuevo dos viajeros espaciales que van a dar con sus huesos, nunca mejor dicho, en un planeta hostil. Ante el peligro, los humanos en lugar de dejar a un lado sus diferencias y hacer causa común se enfrentarán aún más. Hostigados por unas formas de vida alienígena que hubieran hecho las delicias del mismo Stanislav Lem, McKimmey desarrolla su breve historia con auténtica furia contenida llevando a sus protagonistas hacia la oscuridad más abisal. No hay esperanza, solo ironía macabra desde el propio título. Un relato fantástico, un puñetazo en pleno rostro que duele y sorprende más aún en un libro dominado por un sano cachondeo y un espíritu lúdico constantes. Cuando la cosa se pone seria, cuidado: se pone seria de verdad.   


El tercer relato de McKimmey incluido en la antología, y por mí podrían haber sido otros tres más, es El planeta feo (1954). Y de nuevo nos encontramos con un accidente en el espacio profundo que lleva a los humanos a encallar en un mundo inhóspito. En esta ocasión el autor deja a un lado sus enfrentamientos a dúo para ofrecernos… ¡un enfrentamiento a trío! La misma violencia contenida en cada frase, el mismo carácter que nos muestra incapaces de un pensamiento noble o una buena acción. Sin duda es el más flojo de los tres relatos, pero más que nada porque los anteriores son muy buenos. Una sorpresa final que si bien no es nada “sorprendente”, incide en la naturaleza despiadada del género humano. Más oscuridad llevada con pulso firme por McKimmey sin el más ligero temblor más allá del que provoca en el lector.


Un poco a la manera de McKimmey, pero sin su intensidad, en La despedida de Bunzo (1953) Charles V. De Vet nos presenta a dos humanos, un forajido y su perseguidor, que van a dar con sus huesos en un planeta habitado por criaturas más que extrañas. A pesar de no estar logrado del todo, el relato sí que consigue que la sensación de peligro resulte agobiante. Llegó un momento mientras lo leía que casi le gritaba a sus protagonistas que salieran pitando de allí mientras pudieran, tonto que es uno. Pero no me escucharon, tontos que ellos fueron. El final, esta vez sí, resulta sorprendente. Y consigue incomodar por su violencia y sordidez. Vamos, que me ha encantado.


Marte contra Bisha (1954) es uno de los muchos relatos que Leigh Brackett ambientara en ese planeta Marte tan inspirado en el de Edgar Rice Burroughs. Plantea una bonita historia de amistad entre una niña marciana repudiada por su tribu y un doctor del planeta Tierra que la acoge. El doctor está desarrollando una investigación científica en una zona alejada de la colonia terrestre, él también exiliado por su afán de seguir con su trabajo. Brackett nos muestra cómo dos criaturas despreciadas e ignoradas por todos se unan para sobrevivir, y también el drama que se genera porque la supervivencia quizá no sea posible para ninguno de los dos. Un cuento emocionante, incluso hermoso en algunos destellos ocasionales.

Con Los fusileros de Narakán (1954) de Jan Smith (George H. Smith) la antología vuelve a la senda de la space opera más tradicional, de corte bélico, pero de nuevo atravesada por una fantástica veta de humor que a poco que guste el género (cualquiera de los dos, la verdad: tanto el de la ciencia ficción como el humorístico) no se puede leer sino con una profunda simpatía. Todo un honesto disfrute, un cuento entretenido en el sentido más lúdico de la palabra, tan disfrutable como la golosina que nunca deja de ser. Más adorable aún porque si en un principio se prometía como la típica historia en la que se demuestra la supremacía del blanco anglosajón hasta por encima de especies extraterrestres, sin abandonar nunca en parte esta perspectiva ofrece un no por esperado menos emocionante desenlace.


En fin, vaya ramillete extraordinario de cuentos. Así que nadie se sorprenda si después de todo alguno no me termina de gustar. ¡No se podía acertar con todos! Y El paria púrpura (1954) de Byron Tustin es de lo que menos me ha llegado. Como hace McKimmey en los suyos, nos encontramos a dos humanos que por accidente van a parar a un planeta imposible. Sin embargo aquí el enfrentamiento entre ellos es blando y la historia carece de interés. El extraterrestre es una criatura chocante, le concederemos eso, pero si cuando el estilo no brilla además la trama no acompaña, poco hay que hacer.

La abuela Perkins y los piratas del espacio (1954) de James McConnell es la típica historia de la viejecita metomentodo que pone en jaque a todo el mundo. No solo a los piratas del título, sino a la flota espacial terrestre al completo. Bueno, casi. Más que la trama en sí, bien conocida ya, si se hace destacar es porque consigue dar auténtico hálito a los personajes tipo con los que se maneja. Esos piratas nos resultan terribles pero al tiempo son entrañables. Y la viejecita, pese a ser una pesada de cuidado, qué demonios, seguro que tú también la acababas adoptando como mascota en tu tripulación.


No es Algis Budrys uno de mis escritores favoritos de ciencia ficción, me gustaría empezar diciendo. Y el relato de su autoría incluido en esta selección, Jaula de mil alas (1955), no ha ayudado a que me retracte. Y eso que tiene un original punto de partida: un cazador de renombre en toda la galaxia resulta que… Bueno, no puedo decir nada que os reviento la sorpresa. Lástima que el afán por resultar así como poético y elegante de Budrys no resulte en absoluto. Al menos para mí. Pretencioso y pobretón, si esta misma historia hubiera tenido como objetivo eso mismo, contarla, y no hacer un ejercicio de más altura quizá, y digo que solo quizá, me habría gustado. Pero entonces no sería este el cuento. Y tal vez no me hubiera resultado tan aburrido e intrascendente. Budrys tiene sus seguidores, algo le verán y seguramente me equivoque, pero así es la vida.


Y la antología se cierra con un relato incluido en el que fue el último número de la revista, el correspondiente al verano de 1955. Polvo al polvo de Lyman D. Hinckley transcurre en una ciudad abandonada y extraña en un lejano y desconocido planeta. No hay lugar más cautivador y fascinante en el que desarrollar un buen relato de ciencia ficción. Lástima que se desaproveche el esfuerzo imaginativo del autor en una historia que en ningún momento logra mantener el interés.

En conjunto, una antología esta de Planet Stories excelente en la cual los relatos más conscientemente divertidos contagian su sentido de la maravilla y los más oscuros logran transmitir toda la desazón del enfrentamiento con lo desconocido. Aunque en ocasiones lo desconocido sea nuestro igual.  

PLANET Stories (1939-1955). Selección y traducción de Francisco Arellano y Carlos Sáiz Cidoncha; notas de Francisco Arellano. Colmenar Viejo (Madrid): La Biblioteca del Laberinto, 2012. 444 p. Delirio, Ciencia-Ficción; 55. ISBN 978-84-92492-68-8. 

2 comentarios:

ODISEO dijo...

Hola Llosef ¿Cómo estás?

Quería contarte por si no lo sabias que en YouTube hay un video promocional de la hermosa y amada espía Baby, el personaje más famoso del escritor Lou Carrigan. Te dejo el link por si quieres verlo y espero que lo disfrutes:

http://www.youtube.com/watch?v=8ltrkJUNhnw

Otra cosa, en Bolsi & Pulp pronto estaremos de cumpleaños y para celebrarlo estamos haciendo una encuesta para publicar una novela de Curtis Garland como regalo cumpleañero, hay tres aventuras de distintos géneros para que elijas tu favorita y votes, acá te dejo el link:

http://encontretuslibros.blogspot.com/2013/03/encuesta-cumpleanera-2013.html

¡Un abrazo enorme!

Atte: ODISEO…Legendario Guerrero Arcano.

Llosef dijo...

¡Hola Odiseo!

Ya voté por el bolsilibro de Curtis Garland. Me decidí por la de terror, qué raro: "Cadáveres sin alma". Con ese título no hay quien se resista.

Lo he anunciado en las páginas de facebook del grupo BOLSILIBROS y en la de LA DÉCIMA VÍCTIMA, claro.

Jajaja, y el vídeo de Brigitte "Baby" Monfort está sensacional.

¡Un saludo!