Hay libros secretos que deberían ser lecturas
obligatorias. Quizá ya lo sean en algún mundo paralelo sin duda mucho mejor y más
avanzado que el nuestro. Este pequeño volumen que recoge varios artículos del
gran Miguel Ángel Wolfville (o Lord Michaelus Wolfville III, manteniendo la
debida cortesía) es sin duda uno de ellos. El
carnaval de Wolfville, además de ser el título del mismo, es también el
nombre del blog (AQUÍ) de su autor, una página de referencia absoluta en La décima víctima. El comentario acerado
e inteligente, nunca exento de humor, nos ganó desde el primer día en que
fijamos nuestros gastados ojos en él. El señor Wolfville, además y como
corresponde a un carácter erudito e inquieto, lleva adelante o participa en
otros proyectos igualmente apasionantes: el e-zine, fanzine digital, realizado
por Wolfville y Maese Alb, EMBRYO dedicado en su totalidad al genial guionista de
cómics y escritor inglés Alan Moore; la revista digital La caja de Pandora, en la cual es colaborador; y Retazos de Syldya, que sin duda es el
que más intrigados nos tiene y del cual esperamos saber más con ansiedad.
En El
carnaval de Wolfville (2014) se recogen 13 (gran número) artículos que
resumen a la perfección el estilo deslumbrante de ingenio de maese Wolfville.
Recordadlo siempre: la sabiduría no tiene, incluso me atrevería decir que no
debe, estar reñida con la diversión, tanto como ésta no tiene por qué huir despavorida
ante la documentación precisa y la erudición. Así, el volumen se abre con una
búsqueda sobre la verdad acerca del caso Jerry Lewis y su película nunca
estrenada El día que el payaso lloró.
Confieso que desconocía por completo la existencia de esta delirante tentativa
cinematográfica hasta que leí sobre ella por primera vez hace ya unos años en La caja de Pandora. Un esfuerzo
inenarrable el de nuestro admirado Lewis por realizar un filme que, no puedo
evitarlo, de alguna manera se me antoja un antecedente de esa otra sobre el
holocausto visto con humor y sensibilidad (o sensiblería, a vuestro gusto) que
es La vida es bella (La vita è bella, Roberto Benigni, 1997),
sólo que desde una perspectiva cuyos apenas imaginados resultados apuntan hacia
el dislate más absoluto. Nunca, o al menos por ahora, llegaremos a poder ver
qué demonios fraguó Jerry Lewis en esta película. Quizá para bien que así sea.
Amamos a Lovecraft.
Continuamos con H. P. Lovecraft: los sujetadores malignos, donde se juega con la
posible autoría de Lovecraft de un relato sicalíptico, Yo usaba el sostén de la perdición. Un título semejante justifica
cualquier diatriba que se precie. En los repasos o recorridos por las obras de
autores escogidos el talento del señor Wolfville se muestra en verdad
excepcional. Los dedicados a las piezas fantásticas de Pedro Antonio de Alarcón
y el japonés Ryûnosuke Akutagawa así lo confirman, como también lo hace el
protagonizado por Bram Stoker, su novela La
guarida del gusano blanco (The Lair
of the White Worm, 1911) y su relato El
invitado de Drácula (Dracula’s Guest,
1914). ¡Me ha hecho replantearme seriamente una relectura desde otro punto de
vista de La guarida! O el apasionado
e intenso estudio centrado en el Ripley de Patricia Highsmith, que ha
conseguido ruborizarnos por no haber empezado ya mismo a leer las cinco novelas
por él protagonizadas. Si bien mis predilectos de este grupo sean los dedicados
a los mundos fantásticos creados por las hermanas Brontë (y su hermano
Branwell) de Angria y Gondal y el de Richard Matheson, un homenaje a la altura
del genial escritor norteamericano.
Las hermanas Brontë
Unas emocionantes líneas a propósito de la
muerte de Ray Bradbury y el extenso artículo Inocencia seducida: Fredric Wertham vs. los superhéroes, éste acerca
del siniestro psicólogo que asestó un golpe de muerte a los cómics en los años
50, son otras dos gemas de las aquí recogidas. Aunque la historia de Wertham es
bien conocida, me ha encantado de manera especial el tratamiento de Wolfville
sobre este oscuro affaire, uno de esos ensayos que iluminan y dan luz allí
donde otros se estrellan contra el lugar común y lo mil veces repetido. Con un
par de divertidísimos y salvajes artículos analizando dos películas de temer
con mayúsculas (el Drácula versión
Jesús Franco y el panfleto terrorífico-cristiano-fascista nacido de la mente
enferma de Ron Ormond If Footmen Tire
You, What Will Horses Do?) llegamos casi al final del libro, que no estamos
repasando por el orden en el cual aparecen en el mismo, por lo que el último
que comentaré no es el último que leímos. Y éste no es otro que un sensacional Top Ten Vintage, una maravillosa relación
de lo mejor del año 1912 planteada justo cuando cien años después, en el 2012,
comenzaban a pulular por internet las listas habituales señalando los diversos
eventos más importantes de los doce meses perdidos.
Se nos ha antojado brevísimo este volumen
recopilatorio, apenas un rápido vistazo al mundo según Lord Michaelus Wolfville
III, pero ha sido un gran placer haber tenido la oportunidad de pasearnos por
sus luminosas avenidas una vez más. Lo seguiremos haciendo, por supuesto, desde
las autopistas de la red, pero confiamos en que bien pronto podamos de nuevo
acceder a él desde nuestras veneradas páginas de papel.
WOLFVILLE, Miguel Ángel. El carnaval de
Wolfville. GasMask Editores, 2014. 107 p.