No resulta difícil imaginarnos a un joven Fergusson
Wright Hume (1859-1932) intentando colocar algunas de sus obras teatrales a los
productores y empresarios de espectáculos en la Australia de finales del siglo
XIX. Él mismo nos narra cómo era rechazado una y otra vez, más por su falta de
nombre en el mundillo literario, lo cual nos demuestra que hay cosas que no van
a cambiar, como cantaban Los Nikis, “por mucho tiempo que pase”, que por su
falta de calidad. Bueno, ¿qué hacer ante semejante panorama? Pues está claro:
¡hacerse un dichoso nombre! Y presto se pone a pensar en qué género está de
moda entre los lectores y en el que podría despuntar si consiguiera escribir
una novela. Ya habrá tiempo cuando alcance el éxito de retornar a su ambición
original: ser autor teatral. Resulta que el policíaco es un género novelístico
casi recién nacido y que goza del favor de la masa lectora, así que, como
tampoco es que tenga mucha idea de qué demonios es eso, se compra un buen
montón de libros del autor más exitoso del momento en tal materia, Émile
Gaboriau, las lee del tirón y allá que empieza a escribir un relato de crímenes
y misterios mil que ambienta en la misma Australia, que es el lugar donde vive
y que conoce bien aunque naciera en Inglaterra. Y hete aquí que, casi sin
querer, partiendo de una edición amateur, su novela El misterio del carruaje (The
Mistery of a Hansom Cab, 1886) obtiene un éxito descomunal. Se edita una
vez tras otra y en su Inglaterra natal hasta hay quien afirma haberla escrito
tras el seudónimo con el que dan por supuesto está firmada. La novela se
convierte en todo un best-seller. Estos hechos marcaron la carrera posterior de
Fergus, que abandona Australia para instalarse definitivamente en Inglaterra,
consigue que crean que él es el autor verdadero de la novela, escribe otras 140
novelas más y se olvida de su deseo de triunfar tras las bambalinas. Ante
tantas historias tristes de escritores desgraciados es una pequeña alegría
comprobar que nuestro héroe alcanzó la gloria y la fama, cosas no muy
importantes después de muerto pero que seguro que en vida disfrutó de lo lindo,
y además la inmortalidad literaria pues hasta en la España del siglo XXI
podemos disfrutar de la lectura de esta novela gracias a la edición de lujo,
toda elegancia y clase, de la editorial dÉpoca. Su lectura nos ha supuesto todo
un placer. ¿Por qué? Pues vamos a intentar explicarlo, aunque lo que de verdad
importa, como siempre afirmamos aquí en este vuestro solitario y oscuro blog, lo
valioso no es lo que podamos escribir mejor o peor sobre ella, sino que ni os
lo penséis un segundo y os pongáis a leerla.
El
misterio del carruaje,
lo decimos ya desde el principio, es una excelente novela en la que los
ingredientes detectivescos y criminales se entremezclan con los más clásicos
del folletín de misterio: secretos del pasado que marcan y deciden el presente
de los protagonistas, por lo que quizá no sea descabellado en este sentido
señalar su vinculación, ubicación australiana aparte, con Estudio en escarlata (A Study
in Scarlet, 1887), la primera aventura y novela del mítico Sherlock Holmes,
obra de nuestro admirado sin fin Arthur Conan Doyle; personajes de los bajos
fondos descritos bajo la influencia evidente de Charles Dickens, tanto en la
forma de hablar de los mismos como en las descripciones de los diferentes
ambientes y localizaciones donde viven, en especial el caso de la tan horrible
como divertida Abuela Raterilla (es ella quien protagoniza uno de los momentos
más crueles y terribles de la novela, el cual me hizo recordar la impresionante
película de Erich von Stroheim Avaricia,
Greed, 1924); damas sufrientes y
enamorados dolientes; resoluciones de algunos acontecimientos algo confiadas a
la “suerte”… En fin, nada que podamos considerar negativo pues amamos este tipo
de literatura.
Hume brilla en la construcción de personajes,
todos creíbles y con la fuerza suficiente para mantener el interés del lector
en ellos y su devenir. Y la trama detectivesca es apasionante en bastantes
tramos sin decaer jamás el deseo de conocer la solución, por más que en su
desenlace no sea complicado adivinarla. No nos importa, pues llegados a este
punto son las vidas de los personajes las que nos tendrán atrapados y ya no
tanto la sucesión algo folletinesca del desvelamiento de la historia. La
ambientación australiana le da un encanto y un toque especiales que el autor
sabe transmitir con sumo cuidado y detalle. Y aunque se echa en falta quizá más
protagonismo de los dos detectives que se enfrentan al caso, esto acaba
importando poco arrastrados por la emoción que transmiten el resto de
protagonistas. Prueba del éxito de la novela es que ya en la época muda se
llegaron a hacer tres adaptaciones al cine de la misma. La primera en 1911 en
Australia dirigida por W. J. Lincoln, la segunda en 1915 en Inglaterra de la
mano de Harold Weston y una tercera de un solo rollo, un cortometraje de
animación en realidad, en 1917, El gran
misterio del cabriolé (The Great
Hansom Cab Mistery), dirigida por el genial Gregory La Cava y producida por
el magnate William Randolph Hearst, propietario del periódico en el cual se
publicaba la tira de cómic original de Georges McManus Bringing Up Father, dentro de cuya serie se hizo una versión de la
novela de Hume. La Cava por entonces se dedicaba al cine de animación
realizando versiones de cómics de éxito como Krazy Kat, The Katzenjammer
Kids, Happy Holligan o Jerry on the Job entre otros. Qué añadir
aparte de que nos encantaría poder ver estas tres películas, pero mucho nos
tememos que estén perdidas. Si no fuera así, amable lector, y tú supieras de
alguna de ellas, sabes que agradeceríamos hasta el infinito que nos
proporcionaras información y manera de poder verlas. Mientras, nos conformamos
con la lectura de esta fantástica novela en una edición, como ya hemos
comentado, exquisita de parte de una editorial, dÉpoca, que seguiremos con
atención.
HUME, Fergus. El misterio del carruaje.
Traducción de Rosa Sahuquillo Moreno y Eva María González Pardo; introducción
de Susanna González; ilustraciones de C. Sedano. Morcía, Asturias: Editorial
dÉpoca, 2015. 345 p. Misterios de Época. ISBN 978-84-943634-0-5.