miércoles, abril 22, 2009

La casa del páramo (1850), de Elizabeth Gaskell



¡Qué fantástico título para un relato de terror! Sin embargo, no es el caso de esta La casa del páramo (The Moorland Cottage, 1850). O al menos no es el caso si a género fantástico se refiere, pues en sentido estricto este maniqueo cuento de nuestra adorada Elizabeth Gaskell (Elizabeth Cleghorn Stevenson en su lozana soltería) consigue infundir pavor: no otra cosa se siente cuando leemos qué tipo de vida servil y gris hacen llevar a la protagonista de esta amarga historia, la joven Maggie, destino infame que comparte con tantas heroínas de la época, bien es verdad. Pero este sentimiento también es provocado por el insufrible y melifluo aroma a incienso clerical que infecta algunas de sus páginas. Elizabeth Gaskell era hija de un pastor de la Iglesia Unitaria inglesa, y la pobre además se casó con un ministro de la misma. Por algún lado debían salir tan malas influencias, qué remedio.

Elizabeth Gaskell escribió, sumado a lo anterior, esta novela corta con el objetivo de ser publicada como cuento para la Navidad de 1850. Quizá este destino la llevó a derramar un exceso de almíbar en muchos de sus párrafos. Los buenos de esta historia son de una pureza tal que uno llega a preguntarse cómo es posible que caminen en vez de levitar sobre los luminosos campos.

A día de hoy la bondad de la niña Maggie resulta algo cursi y beata, y la maldad de su hermano mayor Edward, al menos de niño, podría considerarse más bien la propia de un carácter desabrido. Pero donde la diferencia de encararse y afrontar la vida que los separa se mantiene inexpugnable es en la crueldad que en todo momento Edward muestra para con su hermana pequeña solo por el hecho de que él es un hombre, de pensar que el género es razón suficiente y justificada para ser un déspota. No todo puede estar mal si ha salido de la mano de la Gaskell.


Poco más ofrece este relato, por desgracia. Su desaforado final es un puro desastre en su intento de resultar patético (de pathos, digo) y emocionante, buscando con desesperación digna de otras causas hacer saltar las lágrimas al lector. Y un auténtico dislate argumental. Gaskell abandona su elegancia habitual, sus excelentes dotes de narradora, para encadenar una situación increíble tras otra, todo precipitado y amontonado en un barullo tal que da pena, a mí al menos, viniendo de quien viene.

Resulta muy curioso, eso sí, y muy interesante comprobar cómo el cine de desastres, en este caso el incendio y posterior hundimiento de un barco, sigue paso a paso lo que aquí nos cuenta nuestra idolatrada (no en esta ocasión, qué se le va a hacer) autora: hay cosas que ni siglo y medio han hecho cambiar. No digo que fuera un patrón que inventara la Gaskell: se trata de unas convenciones argumentales que se siguen utilizando de idéntica manera hoy en día. Vamos, que solo ha faltado lo de la orquesta tragada por las aguas sin dejar de tocar...

Pese a las elogiosas palabras que Charlotte Brontë escribiera sobre él, me veo obligado a confesar, por si alguien aún lo dudaba, con verdadera desazón que este relato no me ha gustado demasiado. Pero como al tiempo me siento inflamado por el espíritu santurrón que domeña sus palabras, con las que en tantas ocasiones se aclama a Dios, a nuestra capacidad para ser buenas personas y para ejercitar el don del perdón y del sacrificio, insto a todos aquellos que lo vayan a leer o que lo hayan leído, y me insto a mí mismo, a poner en práctica dichos rasgos de humanidad y bonhomía y propongo perdonemos así a la maravillosa Elizabeth este insignificante tropiezo. ¡Venga, que nadie diga de nosotros que somos una pandilla de rufianes! ¡Perdonadla, malandrines, u os las veréis conmigo!

GASKELL, Elizabeth. La casa del páramo. Traducción de Marta Salís. Barcelona: Alba Editorial, 2009. 189 p. Clásica; CIV. ISBN 978-84-8428-437-6

14 comentarios:

Lore dijo...

Jajaja

No te preocupes, Llosef, que yo la perdono de tal forma, que pronto empezaré con su Norte y Sur.

Y desde luego, quiero leer La casa del Páramo, para poder opinar yo también, aunque creo que cuesta cara, ¿Verdad? (17 luros si no me equivoco).

Hay que entender muchas cosas, como la época, y el público. Ten en cuenta que un cuento de Navidad ha de tener mucho componente santurrón, y mucha pastelería que venda.
Aún con esas, y sirviéndome de justificación, se me ponen los pelos de escarpia, la verdad.

Bueno, lo dicho, Norte y Sur y a esperar que caiga en mis manos este.

Besooooo!

Lore dijo...

Por cierto:

¿Has leido estos?

La Casa Clopton.
El cuento de la vieja niñera.
Por fin se hace justicia.


Los he encontrado por ahí en PDF y si los quieres te los "regalo"

;)

Llosef dijo...

Ya, ya, si he intentado tener en cuenta TODO con tal de que me gustara, pero, ¡ay!, se me antojó muy mecánico, artificial, tanto la trama como los personajes.

La verdad es que si lo lees, genial, porque ojalá te guste y así todo quede en que me enfrenté a él en un imperdonable estado de ofuscación (me lo leí de una sentada con una fiebre que me tenía medio grogui, jeje, pero creo que si me hubiera gustado esto hubiera contribuido a que el efecto positivo hubiera sido mayor, ¿no?).

Nada, nada, tienes que leerlo para demostrar que me equivoqué.

De los relatos que me indicas, sólo he leído "La historia de la vieja niñera", incluido en el volumen de "Cuentos góticos". Un relato de fantasmas absolutamente genial, modélico, muy imitado (lo cual hace que la trama depare pocas sorpresas) pero poderoso y con muchos momentos de gran belleza.

Leeré de ella ahora "La prima Phyllis", con la que espero ser yo el que derrame almíbar como un condenado, jajaja.

Veo que vas lanzada con las lecturas. Cuéntame de "Norte y sur", que no la he leído, pero si tardas un poquito podemos comenzarlo al tiempo y comentar, jeje.

Beso enorme: Llosef.

Lore dijo...

No, no, si realmente creo que tienes razón en tu percepción del libro, lo único que digo es que probablemente la autora fuera de tu misma opinión, pero que forzada por las circunstancias acabó haciendo un cuento relativamente mediocre ...

Voy lanzada, sí, y con buenas lecturas. Ahora estoy con McCullers sentada en su café tomándome un Whiskazo de los suyos (aunque sean las 11:30 h de la mañana) jajajaja.

¡Cuánto estoy disfrutando!

En cuanto a Norte y Sur, no te dije nada porque pensé que ya lo habrías leido, pero en ese caso, ¡¡Te espero lo que haga falta!!

Dime cuando te apetece empezarlo y lo leemos a la vez. Así será mucho más divertido.

Llosef dijo...

Pues ya lo tengo encargado, jeje. En cuanto me llegue te aviso.

Yo juego con la ventaja, o no, de que vi la maravillosa adaptación que de esta novela hizo la BBC no hace mucho.

Llosef dijo...

¡Ah! Y McCullers, jeje, ya hablamos un poquito de ella. Me entran ganas de ponerme con alguno de sus libros... ¡Agh! ¡Esto es contagioso!

Pero ahora no me siento fuerte.

Lore dijo...

Te entiendo.
Para adentrarse en ese mundo tan melancólico y evocador hay que estar preparado.
Pero me resulta fascinante su modo de escribir, esa suavidad, esa sensibilidad y destreza. Escribe como si tal cosa, como si no le costara.
Es como oir una gran voz en alguien a que sonrie mientras está cantando.

Ahora tengo que irme (voy a echar un vistazo a la feria del libro, y a un curso de fotografía que estoy haciendo). Cuando vuelva te mando los cuentos que te he prometido por si te apetece echarles un vistazo a los otros dos.

Que tengas buen día, y gracias por una entrada fascinante, y sobre algo de lo que puedo opinar ;)

Besoooo y abrazote!

Llosef dijo...

¡Gracias a ti, Lore! No hay nada mejor que leer tus comentarios.

Stiletto dijo...

Hola Llosef,

No me he leido la casa del páramo ni otras entradas que tengo aún pendientes pero últimamente no doy a basto, el tiempo se me escapa entre los dedos pero quería que supieras, que aunque no comento, sí te leo.

¿Cómo te van las cosas? ¿Sigues escribiendo? ¿O estás haciendo guiones para cortos?

Cuidate mucho!

Besos
Maria

Llosef dijo...

¡Ay, Shere! No te preocupes que a mí me pasa lo mismo. Ya vi que te publicaron, pero ando un poquito desconectado. A ver si me pongo al día.

Ahora estoy muy ilusionado con un guión de historieta que estoy haciendo para un dibujante de aquí de Cáceres. A ver si el proyecto sale adelante. Se trata de algo que me moría de ganas de volver a hacer y ahora por fin surgió la oportunidad.

En fin, aunque ahora haya menos contacto, el vínculo no se va a romper, y eso es lo que importa.

¡Besos!

Miquel Gimenez dijo...

Francamente, a mi tampoco me ha parecido nada del otro mundo, con perdón de los espectros. Demasiado azúcar, efectivamente, y como soy diabético lo he dejado por la mitad. Demasiada desgracia y demasiada virtud para un descreído como servidor. Eso sí, la Gaskell escribía muy bien. Lástima que no buscara mejores argumentos. Saludos! ÔÔ

Llosef dijo...

¡Ay, amigo Miquel, la Gaskell nos falló! Pero siempre permanecerá en nuestra memoria "La historia de la vieja niñera", una historia de fantasmas modélica y genial. ¡Le perdonaremos todo!

¡Saludos mil!!

Erekosse dijo...

Hola! Es el primer comentario que te hago, pero he estado leyendo tu blog desde hace un tiempo. Me parece muy interesante tu forma de escribir, y sobre los libros de los que escribes. ¡Casi no conozco ninguno! Son todos obras de culto. Lo único que he leído es la trilogía de Titus.

Y hablando de libros un poco desconocidos, no sé si has leído algo de Peter Straub. Creo que en el mundo anglosajón es bastante conocido, pero creo que por aquí no tanto. Yo sólo lo conozco por "Casas sin puertas", uno de mis libros favoritos de terror, y me apetecía recomendártelo.

Un saludo!

Llosef dijo...

¡Gracias por tus comentarios, Erekosse!

Y si te has leído la trilogía completa de Titus, ya vas por delante de mí, que tengo pendiente aún la lectura de "Gormenghast" y "Titus solo". Ya las comentaré cuando me ponga con ellas.

De Peter Straub leí hace mucho tiempo un relato en una compilación de ésas presentadas por Stephen King o similar. Me causó sorpresa y me quedé con el nombre del autor, si bien no recuerdo el título del cuento. Posteriormente me leí éste que me recomiendas, "Casas sin puertas", y se me antojó algo irregular. Quizá lo que menos me gustó fue que se le nota un poco su afán por resultar un escritor serio. Uno de los relatos, el de los búfalos, me recordaba poderosamente a Paul Auster, aunque si tenemos en cuenta que Auster no es un autor por el que yo sienta especial afecto (bueno, ni especial ni nada, jaja), pues ya puedes imaginar. El caso es que me hubiera apetecido leer algo más de él, pero no he encontrado muchos libros suyos (el de "Casas sin puertas" lo compré por internet de segunda mano...), y los que he visto fáciles de conseguir no me parecen que tengan algo que ofrecer. Prefiero esperar una buena recomendación.

A ver si reeditan "Fantasmas", que de sus libros quizá sea el que más me apetece leer.

¡Saludos!