“Era algo como cuando se derriba un vaso de flores. Un accidente triste en el que después del golpe el agua se derrama y corre, hasta que los primeros efectos del daño se extienden mucho más allá de lo que fueran sus primeras consecuencias.” (p. 72)
Magníficas líneas para explicar cómo los acontecimientos se van enredando en esta novela de misterio, Extraña bienvenida (Strange Welcome, 1949), del para mí desconocido autor Frank A. Chittenden. Bueno, líneas que valen para esta y para otros cientos de miles, pero reconozcamos que son excelentes. Porque si triste es el punto de partida, el desarrollo es tal que una mancha de sangre extendiéndose por una camisa: todo se va impregnando poco a poco de un ambiente malsano y retorcido.
Las cosas parecen comenzar bien, sin embargo, para Jim Wexford. Retorna después de un montón de años a casa de su tío, quien lo acogiera de niño al quedar huérfano, y de la que huyó de adolescente debido a que la relación con el patriarca de la familia era un desastre. Este retorno se muestra, pues, no solo como la vuelta a los lugares que iluminaron la niñez de Jim, sino a la posible reconciliación con su amargado, con razón, familiar. Pero nada más llegar al pueblecito inglés donde se desarrolla la acción y pisar la casa de su tío, Jim descubre que este se ha suicidado. ¡Ay, dios! Que resulta que no es un suicidio, sino un asesinato y él resulta ser el sospechoso número uno, no solo por su nefasta relación con su tío, sino porque queda como único heredero de una suculenta herencia.
En fin, no suelo contar mucho de las tramas de las novelas en el blog, pero como esto se desarrolla en apenas diez páginas y es el motor que dará vida al embrollo posterior, no veo mejor manera de incitaros a que busquéis esta pequeña joyita del misterio. Vale, de acuerdo, no es nada del otro mundo ni un descubrimiento apoteósico, pero sí desde luego una agradable sorpresa.
Y atención al título, que denota un claro y más que sanote cachondeo.
Estamos, después de todo, ante una trama convencional de misterio en un pueblucho inglés a principios de los años 50. Pero a su favor tenemos el páramo de rigor en toda novela de misterio inglesa que se precie, la actitud de continuo cabreo del protagonista, el pueblecito inglés en medio de la nada y sus poco de fiar, cuando no detestables (miramos a través de los ojos del protagonista, que es el narrador) habitantes y su emocionante y adrenalínico final.
Confieso que el narrador se gasta una mala leche y el pueblo y sus gentes resultan tan odiosos al lector que esta lectura me ha enganchado por completo. El final, como he comentado, es muy emocionante, de ese tipo que leído resulta muy efectivo pero que si te paras y lo cuentas en voz alta te tienes que reír: una persecución en la que el protagonista es perseguido por un coche y él huye... ¡¡¡en bicicleta!!! Pero bueno, el tono general de cabreo que muestra el narrador salva cualquier escollo o momento de la trama en la que se nos pide un poquito de credulidad.
Una estupenda novela a pesar de las características convenciones del género (sí, sí, explicación final incluida), pero con el detalle que se agradece de que aquel que despierta más sospechas, contra todo lo habitual, está implicado en el crimen.
En una buena narración, todo es cuestión de mirada, a través de qué ojos vamos a conocer unos hechos que nos pueden resultar más o menos conocidos, más o menos transitados. Aquí la mirada resulta sorprendente, y esto contagia a la trama: miramos de forma distinta hechos que no son en absoluto nuevos. Y esto es lo que provoca, en definitiva, nuestra pasión.
“Su actitud expresaba tácitamente su deseo de hacer cuanto pudiera para que me sintiese como en mi propia casa, pero, de todos modos, yo estaba pensando en cómo escaparme.” (p. 135)
¡Cómo no me va a gustar!
CHITTENDEN, F. A. Extraña bienvenida. Traducción de Ramón Palazón B. México, D. F.: Editorial Cumbre, 1954. 192 p. Laberinto.
2 comentarios:
¿No te recuerda un poco al mismo estilo de las películas antiguas de misterio como Luz de Gas y las de Hitchcock?
Un besazo
Algo de Hitchcock sí que hay, desde luego: el falso culpable, el tono de cachondeo subyacente en lo macabro... Pero la trama es otro cantar.
Hitchcock se quejaba siempre de que le enviaban o le comentaban novelas que se consideraban perfectas para él, para adaptarlas cinematográficamente, y él renegaba de ellas porque no pasaban más allá de un "whodunit" ("¿quién lo hizo?", término que se suele usar para definir las novelas de misterio en las cuales todo consiste en descubrir al asesino de marras), algo que en sus películas no sucedía jamás: el asesino le era conocido al espectador desde el primer momento o bien no era eso lo principal en el argumento. Igual ésta de Chittenden era una de ellas, jajaja.
En fin, no lo sabremos nunca.
"Luz de gas" es una película que me gusta bastante. ¿Has tenido oportunidad de ver la original inglesa del año 1940 dirigida por Thorold Dickinson? Está muy bien. Además, de protagonista cuenta con el siempre asombroso y maravilloso Anton Walbrook.
Besos
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