Walter B. Gibson, el auténtico nombre oculto bajo el seudónimo de Maxwell Grant, fue el creador del personaje de La Sombra en el año 1930. Personaje mítico de los pulps norteamericanos de la época, no solo paseó su siempre misteriosa figura por el papel, sino que lo hizo también desde las ondas de radio, su lugar de origen. Aventuras sin fin, enigmas sin cuento y acción a raudales que sobrecogieron y fascinaron al público de la época, la década de los años 30, y que extendió su sombra, nunca mejor la expresión, durante las décadas siguientes.
En esta primera aventura de La Sombra, La sombra viviente (1931), será su ayudante Harry Vincent quien acaparará el protagonismo del relato, aunque el peso de nuestro héroe es extraordinario, cómo no, en el desarrollo de la trama. En este primer encuentro de La Sombra con los malos de turno el lector sabrá tan poco de tan misterioso héroe como todos los que con él se encuentran en el relato. Su risa sardónica, su capacidad sobrenatural de permanecer invisible en espacios reducidos (solo en novelas posteriores se nos explicará que La Sombra posee, entre otras, la capacidad de la umbrakinesis, “una habilidad psíquica que le permite manipular las sombras”, wikipedia dixit), de colarse por cualquier rendija, de disfrazarse a niveles que dejan al mismo Mortadelo como un aprendiz…
Todo en La Sombra es fascinante, todos sus actos llenos de misterio. Cartas cifradas, claves imposibles, sistemas de comunicación alambicados, mensajes que se borran al poco de ser leídos… En fin, todo vale para preservar el anonimato del héroe, aunque en ocasiones pierden más tiempo en elaborar este sistema de comunicación entre La Sombra y sus ayudantes que en detener a los criminales. O eso suponemos, claro, porque en realidad todo resulta sencillo en los pulps. Lo complicado es lo natural, y por eso nos encantan.
Con el tópico del terror amarillo de fondo hasta el punto de que Gibson se encontró con esta portada del chino entre asustado y amenazador hecha antes de que se pusiera a escribir la historia, La Sombra aquí todavía es un personaje por desarrollar, pero esa misma indefinición le presta una fuerza increíble. Y cierto: los héroes pulp son un antecedente absoluto de los superhéroes. Por el pánico que provoca en el mundo del hampa, por su oscuro y siniestro disfraz, por su connivencia con la noche y su aire tétrico (y eso que le gusta reír, pero con una risa macabra) La Sombra bien podría ser el antecesor de Batman, como ya se ha dicho en numerosas ocasiones. También por su manera de gastarla con los criminales, que no deja de ser la habitual en los relatos de acción de entonces (no había coartadas ni comportamientos políticamente correctos en las novelas de entretenimiento porque eran eso, entretenimiento y no ensayos sobre cómo debemos comportarnos en público): no hay piedad ni compasión para ellos. Ni falta que hace si la acción es trepidante y cada página se lee con emoción, cada capítulo pletórico de tensión.
Vemos nacer en estas primeras páginas de las muchas que conformarán la historia de La Sombra a su ayudante Harry Vincent, el personaje con el cual el lector se identifica, un pobre desgraciado a punto de tirarse de un puente (la situación económica desesperada de la época se reflejaba en todos los ámbitos, también en los pulps, pero no para soltarnos el rollaco social, sino porque de verdad reflejaban la realidad de la época: la diaria y real, con tipos que nunca tienen un duro en el bolsillo y están dispuestos a todo para tenerlo, y la soñada, la de los héroes que nos ayudarían a acabar no solo con los malos, sino con nuestro aburrimiento y con nuestro entorno gris haciéndonos soñar con fantásticos mundos de peligro y aventuras; pues como hoy, qué pensabais) al que La Sombra salva en el último momento y le ofrece trabajar a su servicio. También al afable y tranquilo agente de seguros Claudio Arma, otro de los agentes de La Sombra, un eslabón en ese entramado que el héroe teje a su alrededor para poder luchar y vencer a los villanos.
En conjunto, una aventura que se lee en un suspiro, que resulta emocionante porque en ella está todo lo que hemos visto y se ha repetido hasta la saciedad sobre los héroes con cualidades sobrehumanas, en la que el misterio y la intriga son genuinos, en la que fascinan por igual los malvados capaces de todo por llevar sus maquiavélicos planes adelante y unos buenos de la función que son presentados con tintes positivos pero cuya máxima figura no puede resultar más oscura. Hoy no sería un héroe: sería tildado de criminal y reaccionario por su forma de abatir el crimen. Vamos, que la ley lo perseguiría más a él que a los propios criminales. Pero igualmente seguiría siendo nuestro héroe: el que nos regala una hora de entretenimiento tras nuestro agotador quehacer cotidiano, el que nos asombra con una hora de literatura de evasión pura y honesta.
GRANT, Maxwell. La sombra viviente. Traducción de José Mallorquí Figuerola. Barcelona: Molino, 1941. (2ª ed.). 72 p. Hombres audaces, La Sombra; 1.
5 comentarios:
Y dan ganas de releerlo, oiga... tengo por casa "Los ojos de la Sombra" y "La Sombra y la destrucción del reino de los gangsters", si encuentro teimpo me los repaso.... Y sí, totalmente de acuerdo, Batman tiene muuuucho de la Sombra.
"Los ojos de la sombra" es la segunda aventura. Es la que ahora estoy leyendo y es aún mejor que esta. La de los gangsters es la quinta. Son trepidantes, y su inocencia desarmante. ¡Es que no pueden no gustar a poco que te gusten las tramas de misterio y aventuras!
yo habia oido que empezoi siendo un serial radiofonico, y no una novela. pero bueno, yo supe de la sombra por que encontre un par de tebeos, que creo que le dio mi abuelo a mi madre. antes de que hicieran una pelicula en los noventa.
yo conocia a la sombra antes de la pelicula, por un par de tebeos que encontre, debio comprarlos mi madre en algun mercadillo. y habia oido que era un serial radiofonico, antes de ser una serie de novelas.
¡Hola anónimo! Como indico en el comentario, La Sombra comenzó siendo un serial radiofónico. La película de los noventa no me gustó demasiado, la verdad, parecía como de broma... Esa fue mi impresión al menos cuando la vi en el cine, aunque bien es cierto que no me ha dado por revisarla nunca. Quizá vaya siendo hora... ¡Gracias por comentar!
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